
Las pandemias no son nuevas en el mundo, pero ésta es la primera en la que la mayoría de los países obliga a aislar a sus ciudadanos y cierra fronteras.
Todavía aparece en el debate la cuestión de que hubiese pasado si los países no se hubiesen puesto en cuarentena tras confirmar la alta transmisibilidad del coronavirus y hubiesen dejado que circule.
Ponen en la balanza una cifra eventual de muertos que podría dejar la pospandemia frente a la que, seguramente, hubiese dejado la pandemia en sí. Lo plantean en términos de pérdidas de puestos de trabajo, especialmente en los sectores más vulnerables que sumarán más hambre.
Veremos, en la pospandemia, la capacidad de los Estados para impedir que sus ciudadanos queden a la deriva, como si no fuese suficiente esfuerzo el haberse quedado en sus casas durante un tiempo inédito a nivel mundial.
Y veremos nuestra capacidad como comunidad para seguir mirando hacia los costados para poder tironear a quienes parezcan irse para abajo.
Y nuestra capacidad para dejarnos de enojar cuando el auxilio no les llegue a todos los que creen que merecen auxilio. Especialmente, la clase media que suele ser la menos favorecida frente a lo más bajo del escalafón.

Esta pandemia habrá desenmascarado a los miserables, nos habrá hecho descubrir a los valientes, y tendría que habernos enseñado sobre lo que le veníamos haciendo a la naturaleza y al planeta en general.
Ojalá que haya despertado en nosotros nuestra conciencia de todo lo que podemos conseguir cuando nos los proponemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario