Le hemos esquivado al elogio fácil y a la palmada exagerada, convencidos de que trazamos un camino de ida con metas enormes y obstáculos grandes.
Al editor de este semanario le encanta celebrar cada vuelta al sol. Ese encantamiento vendrá, seguramente, de su maravillosa niñez cuando mamá regalaba eso: un festejo de cumpleaños. Ése era el regalo. Poder juntar a los afectos y a los amigos alrededor de una mesa y alternar entre risas, juegos y comidas.
Y desde que alumbramos Primer Día nos hemos tomado cada cinco de abril para decir “Cumplimos otro año más y seguimos estando ¡qué milagro!”.
Incluso los momentos que parecieron aciagos en nuestra corta historia, tuvieron una razón de ser y justifican que nos hayamos consolidado entre las preferencias de un puñado de vecinos y vecinas que salen cada fin de semana a retirar en forma gratuita su ejemplar.
Nacimos presuntuosos, debemos reconocer. Nuestro primer diseño pretendía una ruptura y hemos sido inquietos en eso. Cambiamos tipografías de los titulares, de las bajadas, y de los textos en varias oportunidades, pero no de cambiar por cambiar sino para favorecer la lectura y adaptarnos tipográficamente a los tiempos modernos.
Nos sostuvimos en el camino por la generosidad de muchos jefes políticos locales y de representantes de las principales instituciones que confiaron en nosotros para incluir sus avisos y publicidades.
Y también en un puñado de comerciantes, industriales y profesionales que hicieron también sus aportes desde las opiniones personales.
Desde hace un prolongado tiempo, nos quedamos en casa y desde aquí intentamos seguir siendo referencia de lectura, hurgando en las novedades más destacadas cada semana.
Y como cada año, queremos compartir nuestra enorme felicidad por esta permanencia de 11 años. Aislados, pero informados y con las mismas ganas e idéntico compromiso.

Claudio Minoldo
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