Por: Florencia Strasorier (Lic. en Comunicación, especializada en Géneros)
La ley 27.499, conocida como Ley Micaela, fue votada por 171 votos a favor y uno en contra en el Congreso de la Nación a fines del 2018. Propone que obligatoriamente, quienes trabajen en los poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, sean capacitados en materia de géneros y violencias de género. Posee un fuerte carácter preventivo, haciendo énfasis en la educación, para actuar antes de que los hechos se consuman.
Micaela García fue una joven de 21 años, estudiante de educación física e integrante de la agrupación Movimiento Evita. Fue víctima de femicidio en su ciudad (Gualeguay, Entre Ríos) en abril de 2017. Una noche de sábado, a la salida de un boliche, fue atacada por Sebastian Wagner, quien se encontraba en libertad condicional (por violación).

Al tiempo, el padre de Micaela (Nestor “Yuyo” Gonzalez) junto a Andrea -su madre-, formaron la Fundación que lleva el nombre de su hija y con el apoyo de aquellos que militaron con “La Negra” decidieron continuar con su legado: luchar por una sociedad más justa e igualitaria.
Tras incansables jornadas de trabajo, la ley fue aprobada y cada día más localidades quieren implementarla. De un tiempo a esta parte la problemática se hizo visible, indicando que el asesinato de mujeres en manos de parejas y ex parejas tiene causas sociales y culturales, por lo que se requiere con urgencia sensibilizar a las personas en el tema ya que la violencia está muy naturalizada en nuestra sociedad.
En promedio en Argentina hay un asesinato por día. La mayoría de los crímenes ocurrieron en el hogar de las víctimas en manos de sus parejas o ex parejas. Pero el femicidio de Micaela fue efectuado por un desconocido en el espacio público, lo que resalta que ser mujer -aquí y ahora- es una condición de riesgo.
¿Qué significa capacitarse en género?

Además, se abordan los estereotipos de género (cómo tienen que ser los varones o las mujeres en su vida) y la división sexual del trabajo como principales causas de esta desigualdad estructural milenaria compuesta por prácticas sociales que, como tales, pueden modificarse.

La emergencia en violencia de género pone en apuros a toda la sociedad y el Estado debe dar el ejemplo. Cualquier agente es clave ante una persona en situación de violencia, no se puede mirar para otro lado. Para ello debemos estar preparados y capacitados, haber reflexionado y abordado las herramientas que serán un granito de arena en la construcción de un mundo más seguro.
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