Me considero muy activa en la cuestión política, me interesa mucho, leo mucho, y participo en las redes. Pero uno se pregunta hasta qué punto esa discusión en las redes tiene sentido sino la llevamos a la práctica. Siempre estoy abierta a la participación en algún espacio y, a partir de la experiencia de la campaña anterior, me quedaron muchas cosas pendientes, y el gustito por participar.
Me gustaría aclarar que nunca antes fui candidata. Estuve por serlo y me bajé, pero, oficialmente, nunca fui candidata.
Aunque no tenía pensado participar en este momento, porque me sentía huérfana y no tenía el “espacio” con el que identificarme plenamente, un excompañero me vino a ver y me convenció. Compartimos con él nuestra espiritualidad, y me pareció interesante la propuesta de Daniel con quien también compartimos ese aspecto. La política necesita también un poco de espiritualidad, que trascienda un poco la economía, la pobreza, lo cotidiano. Desde ese lugar, creo que es posible y me parece muy bueno que esa voz esté presente en la política.

Lo mismo le pasa a Daniel, que viene del radicalismo, y no ha encontrado contención en su espacio. Yo sigo siendo peronista, del progresismo peronista, sin nombres, no me considero kirchnerista porque eso es un momento de nuestro movimiento, y se verá con el tiempo si pasará o no.
Básicamente, hoy sigo con atención lo que dice el Papa (Francisco I) a quien hay que leer políticamente, más allá de que uno tenga poco, mucha o nada de fe. En sus últimas encíclicas está todo. Comparto ese pensamiento y es lo que quiero para nuestra sociedad local: trabajar para los demás, desterrar la pobreza que no se justifica y mucho menos en Jesús María, trabajar por el medio ambiente porque la tierra está colapsando –deforestación, agroquímicos- y nosotros estamos dentro de todo ese escenario. Por eso, creo que vale la pena participar.
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