Su argumento: los ciclos de producción de hormonas y enzimas digestivas hacen que estemos más preparados para digerir los alimentos por la mañana y por la tarde. Según el médico el poco tiempo que le dejamos a este proceso no permite que el sistema digestivo y otros sistemas y órganos se repongan y regeneren, lo que podría llevar a desarrollar trastornos metabólicos y enfermedades.
Los relojes biológicos

Resultado: los ratones que podían comer a toda hora engordaron y acusaron síntomas de diabetes, mientras que los del otro grupo ganaron muy poco peso y no desarrollaron problemas metabólicos. Un estudio posterior dio 4 dietas a 4 grupos de ratones: una rica en grasas, otra en fructosa, otra en grasas y fructosa y otra con alimento balanceado para ratones.
El total de calorías ingeridas fue el mismo para todos los ratones, pero algunos de cada grupo pudieron comer sin restricciones y otros sólo en períodos de 9 ó 12 horas.
Al finalizar el experimento los ratones que podían comer a toda hora, independientemente de la dieta, terminaron obesos y con enfermedades metabólicas. Los que comieron en un período de 9 ó 12 horas se mantuvieron delgados y saludables (y comían a deshoras los fines de semana). Además, algunos ratones que originalmente podía comer a toda hora fueron pasados al horario restringido y perdieron gran parte del peso ganado. “La restricción horaria no sólo previene la obesidad; sino que la revierte”, concluyó el Dr. Panda.
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