El fiscal de Instrucción Guillermo Monti todavía mantiene la investigación bajo estricto secreto de sumario pero, pese a su hermetismo, no logró mantener todo bajo llave y hubo filtraciones de datos que tomaron estado público.
Esas filtraciones tienen inquieta a la defensa de los tres acusados que hoy tiene la causa: Mario Rubén García (29), Claudio Damián Schmidt (38), y Walter Maximiliano Vargas (30).
Los tres permanecen alojados en el penal de Bouwer y sobre ellos recae idéntica imputación, homicidio calificado agravado por violencia de género. Esta semana concurrieron al edificio de Tribunales donde se les leyó la resolución por la que se los imputa.
Cada uno decidió, en acuerdo con su abogado defensor, ofrecer una respuesta diferente a la acusación. Uno de ellos negó los hechos; el otro se abstuvo de declarar: y el tercero hizo algunas consideraciones que estimó pertinentes a su legítimo derecho de defensa.
Lo curioso de la causa es que ya acumula dos cuerpos (cada cuerpo tiene unas 200 fojas) y eso que todavía no fueron incorporados en ese expediente ninguno de los peritajes ordenados por el fiscal.
La defensa de los imputados se mostró molesta por la difusión de los nombres de sus defendidos -porque aún no habían sido ni siquiera citados a declaración indagatoria- e increparon a Monti porque suponían que ese dato había sido filtrado por fiscalía.
Tras descartar esa especie porque la fuente que facilitó los datos no fue fiscalía, también se mostraron preocupados por la situación de los hijos de los acusados que habrían recibido acoso escolar (bullying) en los centros educativos a los que concurren.
Fuentes de la investigación aseguraron que, más allá de la espera de los resultados de varios peritajes, hay suficiente prueba para mantener presos a los tres detenidos, mientras se investiga cuál es la cadena de responsabilidades de cada uno en el crimen de Wanda. Es la razón por la que los tres son acusados hoy como coautores del femicidio que sacudió la tranquilidad de nuestra zona. A los tres se los ubica en la escena del crimen y cerca de Wanda en el momento en que la adolescente tenía que irse al colegio.
Reacciones variadas
Para estas ONG’s se hace urgente una capacitación de todos los comunicadores locales (sin excepción) para acordar formas de abordaje menos sensacionalistas y más comprometido con ofrecer herramientas que permitan una lectura crítica de los hechos y que no contribuyan al morbo colectivo.
La inquietud es válida y con argumentos más que razonables, pero la decisión de cómo cada comunicador quiere hacer su tarea responde a su formación y valores, a su interés por ser mejor en el desempeño del oficio, y a su proceso de actualización profesional.
Las circunstancias de la muerte de Wanda Abigail Navarro, al menos las que trascendieron, pusieron a la región en un lugar en el que no creía estar. Los detalles parecen más propios de sectores marginales de las grandes urbes.
Hubo en el crimen una crueldad poca veces vista en el historial reciente y generó, rápidamente, la necesidad de hallar un móvil del crimen, una justificación, lo que dio lugar a versiones muy alejadas de la realidad.
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