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El móvil del crimen de Wanda, la pieza que le falta a la Fiscalía

Tras el rastreo realizado por perros adiestrados está claro que alguien arrastró, cuando menos, 600 metros el cuerpo de Wanda Abigail Navarro hasta el sitio donde la ocultó.

La causa que investiga la muerte de la adolescente de 15 años avanzó mucho durante las primeras 48 horas posteriores al hallazgo del cadáver y muy poco durante la semana. No porque no se hubiese seguido investigando sino porque de la información que recibió la Fiscalía de Instrucción de Jesús María la mayor parte fue ruido,  rumor, versión, trascendido, y casi nada de prueba concreta.
Pero el avance de la causa es tan vertiginoso que es probable que se hayan producido novedades, mientras usted está leyendo en este mismo momento. Al cierre de esta edición, la causa tenía un solo sospechoso, detenido en el penal de Bouwer, a la espera de que nombre abogado y que se le pueda formular declaración indagatoria. Se sabe que tiene 29 años, que vive a 300 metros de la casa de los Navarro, que tenía relación con el padre de Wanda, pero no se pudo acreditar aún que haya tenido relación alguna con la adolescente. De hecho, la madre de Wanda negó cualquier vínculo entre ambos.
Por la autopsia, ya se sabe que Wanda no fue víctima de abuso sexual y que la causa eficiente de su muerte fueron tres golpes en la zona craneana. También se supo que el cuerpo de la joven evidenciaba señas de estrangulamiento y marcas en el rostro compatibles con los hechos con algún objeto cortante.
Wanda tenía sangre en los nudillos, pero no se pudo acreditar mediante pericia forense de que haya sido por defenderse ante una agresión.

La querella pregunta

Carlos Nayi, el conocido penalista cordobés, se convirtió en abogado patrocinante de la familia Navarro que esta semana se constituyó en querellante particular de la causa.
Por el momento, no tuvieron demasiado acceso al expediente porque la causa sigue en secreto de sumario.
Nayi se mostró proclive a reflexionar respecto de la imposibilidad de que a este crimen lo haya podido perpetrar una sola persona.
“No se agota la responsabilidad en esta persona. Es sentido común. Wanda tenía una estructura física importante, sabía boxeo, hay señales de defensa en los nudillos, la hora en que habría ocurrido, el trayecto, el lugar, y que había que hacerlo rápido, todo indica de que ha sido más de uno”, especuló el abogado penalista.

Perros adiestrados

Esta semana, desde la casa de Wanda partieron en dos ocasiones distintos perros entrenados en seguimiento de rastros. La curiosidad es que ambos hicieron el mismo recorrido, de unos 1800 metros y llegaron hasta el lugar en el que fue hallado el cuerpo de la adolescente.
Se trata de un camino que la joven pudo haber hecho en varias oportunidades, valga aclarar, y no necesariamente el día en que desapareció para, finalmente, hallar la muerte.
Ese derrotero supone ir bordeando el barrio por la calle Paso de los Andes, pasando por el lado del aeródromo del club Alianza, siguiendo por el cementerio parque, para meterse en un caminito que no puede recorrerse en automóvil. Desde que comienza esa senda, pegada al cementerio, hasta el lugar en que apareció el cadáver median 600 metros.
Extraoficialmente, se descartó que los sabuesos hayan seguido el rastro (oliendo peviamente vestimentas de la víctima) hasta el domicilio del único detenido por el momento. Tampoco eso quiere decir que no hayan estado en esa vivienda.

Las mayores dudas

¿Wanda subió voluntariamente o por la fuerza a un vehículo? Si así fue, ¿dónde estuvo, con quién o quiénes y haciendo qué? ¿Por qué Wanda no vestía el uniforme que llevan los alumnos del Giovanni Bosco si aquel jueves iba hacia el colegio? ¿Tenía planificada una “chupina”? ¿Qué tipo de vínculo la unía al detenido si es que lo había? Pero la pregunta que desvela más a la Fiscalía hoy es ¿Por qué la mataron?.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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