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Bibliotecas populares de la zona luchan contra la falta de fondos

La Bicicleta y Domingo Faustino Sarmiento viven tiempos difíciles, pero siguen en pie.

Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)


Dos espacios, dos mundos rodeados de literatura unidos por la palabra “popular”. La principal característica que las diferencian de las públicas es su origen y financiamiento: son asociaciones civiles, independientes creadas por la comunidad. 
En Colonia Caroya, desde el año 2005 funciona en las instalaciones del Club Juventud Agraria la Biblioteca La Bicicleta. Hoy, ya cuenta con personería jurídica y junto a Radio La Ronda y el Cine Social La Bicicleta conforman un centro cultural con numerosas actividades. 
Por su parte, en la clásica esquina jesusmariense de Tucumán e Ingeniero Olmos se encuentra la Biblioteca Sarmiento, creada en 1912. En diciembre del año pasado se cumplió 100 años de la categoría popular y así fue que recibieron un reconocimiento a nivel nacional. La fachada forma parte del patrimonio de todos los vecinos ya que fue testigo del crecimiento exponencial de la ciudad. 
Si bien en sus caminos hay numerosas cuestiones que las separan, como lo son, por ejemplo, los años de vida, en la actualidad las une la compleja situación financiera que atraviesan. Esta realidad es una fotografía que se repite a lo largo y ancho del país debido a que las bibliotecas populares dependen de ayuda estatal para existir. Al ser asociaciones sin fines de lucro no cuentan con ingresos fijos por lo que deben acudir a organismos nacionales y provinciales para cubrir los gastos básicos. 
El trabajo voluntario y el cobro de cuotas mínimas a socios son dos pilares fundamentales, pero que no les garantiza el normal funcionamiento. La CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) aglutina a todas las bibliotecas del país que, para ser amparadas por dicha entidad, deben contar con personería jurídica. El organismo es quien brinda sostén económico a los espacios populares bajo su tutela.

Pedaleando

La Bicicleta tiene menor camino recorrido, pero no por ello menos intenso. En 2010 empezaron a formar parte de la CONABIP y eso les permitió acceder a financiamiento para así poder crecer. 
En los tres años anteriores, tuvieron un promedio de 10 a 15 proyectos anuales aprobados. Desde partidas para gastos diarios o para la ejecución de actividades comunitarias, la dinámica se mantenía a ritmo acelerado. 
Algunas de las iniciativas que llevaron a cabo mediante las líneas de subsidios estuvieron el rescate del Diario El Cooperativista, el primer medio de difusión gráfica de la zona, la producción de audiocuentos o la elaboración de un libro y audiovisual titulado “Juntos contra la Discriminación”.
Hoy, llevan más de 250 días sin fondos. “El primer año que tenemos marcado déficit económico es éste. La política de desfinanciamiento a nivel nacional se ve ahora. En 2016 y 2017 fueron años buenos en la CONABIP”, manifestó Rodrigo Chávez, integrante de la comisión. 
“La biblioteca bien despacito cada año fue creciendo. De pasar a tener más socios, más actividades, siempre a paso lento. Van trece años. Este año si lo ponemos bajo la lupa, es cuando más demanda hay porque fuimos creciendo y está la impotencia de no poder responder como se merece”, analizó.

Superando obstáculos

En el caso de su par jesusmariense, la situación parece más calma, aunque hace un tiempo atrás no lo fue. En 2016, la justicia decidió embargar elementos de la institución por causa de una vieja deuda con AFIP que superaba los $ 100 mil, una cifra altísima para el presupuesto que maneja en el día a día. 
“Golpeamos todas las puertas, incluyendo al presidente de la Nación a quien le entregamos dos cartas personalmente cuando estuvo en Jesús María. No recibimos ninguna ayuda de ningún funcionario o político, yo golpeé todas las puertas de todos los partidos oficialistas y oposición”, subrayó Daniel Gatica, presidente de la comisión.
En la actualidad, ese monto se abona con un plan de pagos mientras que a su vez, subsiste otra deuda con los abogados que llevaron adelante el caso. A diferencia de su vecina, la biblioteca Sarmiento alquila espacios a la municipalidad y a organizaciones por lo que de allí obtiene sus ingresos principales y respira un poco más tranquila a la hora de cubrir desembolsos cotidianos.
Los fondos de la CONABIP, no pueden arribar debido a los embargos de las cuentas bancarias mientras que en la provincia están demoradas ayudas prometidas. “Ningún gobierno apoya”, finalizó.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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