Es cierto que la actividad turística es una de las contribuidoras del efecto de los gases invernaderos en nuestra atmósfera y aunque esencialmente sean los transportes los que más emitan CO2, todos los beneficiarios de esta actividad contribuyen al mismo; sin embargo muy pocos son conscientes del retorno negativo que está teniendo y que va a tener en un futuro inmediato.

La confortabilidad de las visitas es un factor clave del éxito en cualquier destino y ésta depende en muchas medidas de dicho factor ambiental (temperatura y clima), que afecta directamente a los turistas, quienes en definitiva están influenciados y les induce o no a un mayor o menor consumo de ocio, provoca más estacionalidad, imagen y reputación, alargamiento o reducción de su estadía, etc.

Se sabe que gran parte del empeoramiento climático es producido por la actividad humana, y por tanto esta acción-reacción puede mitigarse y claro mejorar las condiciones para nosotros mismos. Es decir cada destino turístico podría aplicar políticas, a modo de gobernanza y como mínimo de coopetencia (Coopetition), para mitigar estos cambios climáticos y beneficiarse, pero claro antes hay que comprender el fenómeno y tomar una postura proactiva.
Pero si el cambio climático es una amenaza real y actual, por encima de éste, está el cambio global, el que realmente afecta mucho más al conjunto de la sociedad y por ende a todos los destinos turísticos.

La alteración de los ecosistemas tiene efectos directos en la salud humana y como ya se está notando algunas cadenas hoteleras están diseñando e implementando estrategias de salud alimentaria/nutrición, entornos mas acogedores y saludables, cambios en su paisajismo, movilidad, y ciertas aunque tímidas políticas de mejora energética, tratando de depender menos de las energías no renovables.
Esto demuestra que si un destino o un hotel piensan que no son islas, sino que pertenecen a un territorio, a un entorno, que son parte de su “hinterland”, deberían actuar en él, mitigando el cambio global a una escala local, porque serán los principales beneficiarios. Sin duda es una inversión con un alto ROI, porque incide directamente en la percepción de sus consumidores y no solo en el hecho real de sus beneficios de salud y emocionales, claves en la satisfacción del turista.

Quizás el turismo en conjunto debería ser consciente de cómo afecta y cómo puede y debe reaccionar a este cambio climático y entender que la #sostenibilidad, no es un objetivo, sino un instrumento para conseguir una competitividad duradera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario