“La evolución los separó en dos especies distintas, con sus propias características, pero mantienen aspectos en común. Por eso hay enfermedades que son típicas de unos y no de otros, pero también patologías compartidas”, explicaron.
Todo depende del tipo de virus, bacteria u hongo que se desarrolle en el interior del animal. Algunas enfermedades compartidas:
- Parásitos internos. Aparecen mayormente durante los primeros días de vida, sobre todo en animales sin atención veterinaria. Los síntomas principales son vientres abultados y apetito constante (no disminuye tras la ingesta).
Cuando se desparasita a la mascota ésta comienza a expulsar los parásitos a través de las heces. Pero puede ocurrir que el perro coma los excrementos de los gatos y se contagie. - Enfermedades de la piel. El pelaje de perros y gatos es similar, y si bien los gatos son más “higiénicos” que los perros, pueden contagiarse enfermedades de la dermis provocadas por hongos o ácaros. Las más comunes compartidas entre ambas especies son la sarna sarcóptica (ataca principalmente al perro), la sarna otodéctica (la padecen más los gatos) y la sarna demodécica (pueden “pasar” de un animal al otro). Otra enfermedad de este tipo es la queiletielosis (o “caspa caminante”), la Malassezia Pachydermatis y las pulgas (son de especies diferentes pero pueden afectar a ambos animales por igual).
- Rabia. Es la principal enfermedad que se puede contagiar de uno a otro. Esta afección viral, infecciosa y aguda afecta a todos los mamíferos ya sean domésticos o silvestres), incluyendo al hombre. Ataca el sistema nervioso central y no tratada a tiempo puede llevar a la muerte del animal.


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