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Pasó el mundial de Rusia, nos esperan cuatro años de ilusiones renovadas

Por: Pedro Héctor Cornejo (DT Nacional de Fútbol)

Cada cuatro años la vida (no la FIFA) nos regala algo más de treinta días de tensión y disfrute total. Sí, tensión que se disfruta por contener tiempo de juego donde jugadores de estas épocas dejen todo en noventa minutos, o más. Sin importar quién asista y quién no, en dónde se lleve a cabo y cuál sea el resultado final. La Copa del Mundo reúne, eterniza y exacerba los sentimientos cada vez que pone a rodar la pelota, selecciones de continentes distintos, con realidades irrepetibles e historias que están por escribirse y atesorarse para después contarlas a quien venga tras nosotros.
Al terminarse la primera fase de Rusia 2018 son varias las reflexiones que se vienen a la mente. El alto contenido de goles y calidad de los mismos, la preponderancia de la táctica en forma primordial y un estilo ofensivo caracterizado por individualismo de algunos jugadores, el hambre (literal) de algunos jugadores por hacer cosas irrepetibles, el protagonismo de los árbitros apoyados por tecnología del VAR, el local aferrándose a hacer historia por ser “su” mundial. Mucha tela que cortar.
Pero, ¿qué es lo que realmente sostuvo a este mundial con muy buenos estadios y organización en la seguridad? ¿Y qué es lo que genera que cada ocasión se edifique a este evento como algo grande, con mucha expectativa y que aumenta la cobertura en el mundo?
¿Y la televisión? Analizando día y noche los mismos conceptos, dando las imágenes que quieren dar, quitando las que considera inapropiadas, enalteciendo al héroe que hay que colocar, hundiendo al que ha cometido un error. El cuarto poder. ¿Será que dependemos de él para que el mundial sea lo que es? Sin lugar a duda la cobertura del evento se ha expandido gracias a la tecnología, pero sigo siendo uno de los nostálgicos que piensan que escuchar fútbol en la radio es maravilloso, por el simple hecho de imaginarlo todo.
¿Y las grandes empresas? ¿Serán ellas? Sostienen presupuestos, crecimientos y rentabilidad para los accionistas, pero no al Mundial. Llenan (y en ocasiones de buena manera) la televisión y las calles con anuncios y frases que invitan a ilusionarse, pero no generan la ilusión per se. Son un medio para creer que tal jugador estrella puede anotar más goles si come un sándwich Mc Donald, que otro atajará más penales si toma mucha Coca Cola o que para que un tercero juegue mejor, necesitaría manejar una Nissan.
La Copa del Mundo une la división más profunda, penetra cualquier muro político que antes parecía infranqueable. Los acuerdos más puros y a más largo plazo han visto luz en el sofá mientras uno se maravilla con una tal Islandia y sus jugadores que casi no llegaban a los reglamentarios 23.
La fe y la ilusión es lo que sostiene a un mundial. La ilusión por el gol que puede ocurrir, la fe para que un gol contrario no suceda, para que en la línea de meta el zaguero encuentre, con suerte de lotería, a la endiablada pelota. La ilusión de levantarte en el tercer partido de grupo después del revés que significó la derrota ante el más débil, y así clasificarse a octavos, aun sabiendo que frente a uno estará un ex campeón del mundo como lo hizo México. El fútbol no es todo lo que pasa en la cancha, sino todo aquello que imaginamos que podría ocurrir en el lapso de noventa minutos y a veces más con los alargues.
La fe y la ilusión no la genera la FIFA, el gobierno, la televisión ni los grandes patrocinadores, el Cacique que no quiere irse, ni el Entrenador que asegura no terminar aún su ciclo al frente de la selección (como fue la nuestra). No tengo la respuesta de quién la genera y espero no encontrarla nunca. Es la magia única que hace a este deporte lo más grande que existe. El día que eso no esté, estaremos todos mirándonos unos otros sin tener que comentar nada sobre nuestra Selección.
Que siga rodando la pelota y nosotros imaginando cosas que nos hagan seguir, al menos, por cuatro años más, la expectativa de clasificar sin sobresaltos hasta que venga de nuevo esto que llamamos vida. El Mundial de Fútbol.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

1 comentario:

  1. Maravilloso Pedro, es magia de lo impensable y hasta lo absurdo, a veces; el símil del gusto por escuchar el fútbol por la radio lo dice todo. Abrazo de gol.

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