Referente del humor gráfico cordobés, tres veces por semana publica la tira Primer Mundo en el diario La Voz del Interior, pero sus albores como dibujante hay que rastrearlos en la revista Hortensia, y como historietista en Fierro, y en Humor, por mencionar algunos de los lugares en los que publicó Manuel Peirotti, o sencillamente: Peiró.
Peiró asegura que es humorista por opción y que fue su amigo Crist (Cristóbal Reinoso) quien lo animó a intentar por esa senda, aunque Peiró jura y perjura que es en las historietas y las ilustraciones donde más cómodo se siente.
En pleno siglo XXI, Peiró sigue siendo un dibujante “analógico” porque prefiere lápices, carbón, tinta, y sacarle punta al grafito antes que volcarse a las facilidades que podría suponer dibujar auxiliado con una computadora.
“Me compilaron casi todas las historietas que publiqué, principalmente, en Fierro, una gran revista que nos dio una oportunidad a todos los que queríamos hacer historietas distintas, de autor, con ideas propias, y ése fue un vehículo con el cual presentamos las historietas que teníamos en la cabeza y en la mano”, comenzó diciendo el dibujante cordobés.

La idea de publicar el libro no fue de Manuel Peirotti sino de Miguel, uno de sus hijos, que está vinculado al cine. “La historieta es una especie de hermana pobre del cine porque con mucho menos capital podés hacer una película de papel, nada más que con muchas ganas de trabajar, un poco de tinta y papel”, explicó sobre la génesis del libro y de cómo su hijo se convirtió en una suerte de patrocinador-mecenas.
Un ilutrador detallista

“Me estoy dando cuenta que desde hace muchos años estoy dando vueltas por los mismos temas, los mismos problemas: el bolsillo, la inflación, la falta de credibilidad, la inseguridad, la educación”, confió sobre los tópicos que lo llevan a buscar texto para los guiones que después ilustra.
Peiró se define a si mismo en relación a la informática como “analfabestia” y, de hecho, no tiene un teléfono móvil y, por lo tanto, no lleva consigo ninguna red social (ni un mísero whatsapp). Pero eso no lo hace desconectado para nada de la realidad que tiene que pintar en sus tiras cómicas. Obviamente, que en una historieta esa necesidad de realidad puede dejarse a un costado y se puede jugar con cualquier tiempo histórico y cualquier lugar del mundo.

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