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Corazón bajo control



En las enfermedades del corazón tienen gran incidencia los llamados factores de riesgo. Algunos no se pueden controlar, pero como hay muchos que sí.
Los factores de riesgo que no se pueden cambiar son:
Edad: El riesgo crece a medida que envejecemos. Los hombres partir de los 45 años y las mujeres a partir de los 55 presentan más riesgo.
Sexo: El estrógeno brinda a la mujer cierta protección contra las enfermedades cardiacas, pero la diabetes aumenta más el riesgo en ellas que en los hombres.
Historia familiar: Hay mayor riesgo si un familiar cercano tuvo una enfermedad cardíaca a una edad temprana.

Los “manejables”

Presión arterial: La hipertensión es un altísimo factor de riesgo. Controlarla con regularidad: mínimo una vez al año en adultos con presión normal, y con la frecuencia indicada por el médico en caso de presión alta. Además, ciertos cambios en el estilo de vida pueden prevenirla o controlarla.
Colesterol y triglicéridos: Niveles altos de colesterol pueden obstruir las arterias, aumentando el riesgo de sufrir un ataque cardiaco. El colesterol se reduce con cambios en el estilo de vida y/o medicación. Los altos niveles de triglicéridos (otro tipo de grasa en la sangre) también pueden aumentar el riesgo, especialmente en mujeres.
Peso saludable: El sobrepeso u obesidad son factores de riesgo porque están asociados a elevados niveles de colesterol y triglicéridos, presión arterial alta y diabetes. Mantener un peso saludable puede reducir estos riesgos. Limitar las grasas saturadas, los alimentos ricos en sodio y azúcares agregados.
Actividad física: Fortalece el corazón, mejora la circulación, ayuda a mantener un peso saludable y baja el colesterol y la presión arterial.
Alcohol: Un consumo elevado de alcohol puede aumentar la presión arterial y causar aumento de peso.
Cigarrillo: Eleva la presión arterial y pone en mayor riesgo de sufrir un ataque cardiaco y accidente cerebrovascular/ACV.
El estrés: Estrechamente vinculado a las enfermedades cardiacas pues puede aumentar la presión arterial, y algunas maneras frecuentes de “aliviarlo” -comer en exceso, beber y fumar- potencian el riesgo. Para controlarlo: hacer ejercicio, escuchar música y meditar.
Diabetes: Duplica el riesgo, ya que con el tiempo, el alto nivel de azúcar en sangre puede dañar los vasos sanguíneos y nervios que controlan el corazón. Por tanto, es fundamental hacerse análisis para saber si se tiene diabetes y, en caso de tenerla, mantenerla controlada.
Descanso: Un dormir insuficiente aumenta el riesgo de hipertensión, obesidad y diabetes. Por otra parte, la apnea del sueño produce que dejemos de respirar brevemente lo que interfiere con la capacidad de obtener un buen descanso.

Fuentes: MedlinePlus




Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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