Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
Una caroyense y un español cruzaron sus caminos hace ochos años para escribir una historia de a dos. Luego de vivir en diferentes lugares, encontraron en Ascochinga un rincón al que llaman hogar. Ambos profesores de educación física y creadores de un servicio de caminatas al aire libre, hoy abren las puertas de su vivienda para mostrar que las pequeñas acciones sí cuentan.
El terreno que compraron entonces fue resultado de una decisión económica ya que los lotes en Sierras Chicas siempre fueron más accesibles que los de zonas más pobladas. Una inclinación de casi 45 grados fue el primer desafío que debieron enfrentar pero lo que en el comienzo fue un problema, ellos lo transformaron en beneficio.

La construcción tradicional los decepcionó luego de habitar distintos espacios. Problemas de humedad, grietas en las paredes, dificultad de calefacción en invierno y calor en los veranos fueron algunas de las cuestiones que buscaron solucionar a través de métodos alternativos. Por eso, gran parte de su casa cuenta con paredes de materiales reciclables.
Un sector está compuesto por fardos de pasto mientras que otras paredes llevan en su interior quinchan con cañas y botellas de vidrio revocadas ambas con barro que, para destacar, es un buen aislante térmico y acústico. Por otra parte, los techos son ecológicos que permiten la proliferación de flora silvestre, emplean termotanque solar y utilizan materiales cotidianos reciclados, por ejemplo, un parabrisas de auto o ensaladeras de vidrio que pueden convertirse en unas perfectas ventanas.
Disminuir el impacto ambiental

A la hora de analizar las problemáticas actuales ligadas al ambiente, reflexionaron: “La basura en todos los núcleos poblacionales es un problema, no se sabe qué hacer. Nosotros tenemos un pequeño lugar donde lo orgánico va a parar allí, generamos mucho menos basura. Separamos el vidrio, el tetrabric y los llevamos a sitios donde sabemos que se recicla. Sumamos menos basura a ese basural que se está generando al lado de La Granja y que cada invierno toman la decisión de quemarlo, llevamos varios días ahumados. Es una contaminación impresionante”.
“Nosotros estamos muy conformes y contentos de habernos jugado de alguna manera y haber intentado hacer otra cosa, saliendo de lo convencional”, concluyó Sol.
Libre naturaleza

Sol y Miguel buscan plantar esa semilla entre quienes los rodean. Las caminatas y la natación en aguas abiertas son parte de ese espíritu.
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