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Mi marido trabaja en casa… ¿eso es bueno o malo?

Por: Adriana Felici (Periodista - directora sección En Familia)

¿Qué puede ocurrir cuando el hombre se queda en casa y trabaja desde allí? Los cambios laborales, un emprendimiento propio, un despido o jubilación anticipada pueden hacer que el hombre se quede en casa: algo a lo que nadie en la familia estaba acostumbrado y todos se sienten extraños, describe la Lic. María Gabriela Corthey (MP A3286), y explica: Ellos buscarán su espacio dentro de un lugar que funciona según tiempos y costumbres establecidas, y las “dueñas de casa" se sentirán invadidas en ese dominio que durante años fue exclusivamente suyo.
Obviamente, cuando de golpe hay “dos amos de casa” la rutina se altera, pero luego de un reacomodamiento, habrá que buscar un nuevo equilibrio y sacar provecho de esta nueva dinámica familiar. Debido a los movimientos sociales y económicos cada vez son más las parejas que cambian sus roles dentro del hogar.
Y ocurre que como a ellos les resulta difícil encontrar un espacio propio en su propia casa, tenderán a inmiscuirse en temas que antes ignoraban: ahora tienen tiempo para escuchar la puerta que se golpea, para sugerir el almuerzo o formas de lavado que ahorren agua.
Y las amas de la casa padecen estos cambios como una intrusión a sus costumbres, sin ganas ni tiempo de dar explicaciones. Corthey considera que la situación exige un reacomodamiento, y que como en todo cambio, hay aspectos positivos:
  • Más tiempo. Esta nueva forma de convivencia permite compartir más experiencias, y seguramente entre ambos solucionarán más rápidamente los conflictos que surjan.
  • Conocerse más. En el día a día es posible conocer mejor los estados de ánimo del otro: si está cansado, entusiasmado, si disfruta de su trabajo. Esta actitud  puede contagiar, y entre los dos se pueden motivar para realizar las tareas de la mejor manera para el bienestar familiar.
  • Reforzar el compromiso. Saber que el trabajo les dejará buenas recompensas crea un lazo de compromiso y responsabilidad. 
  • Tiempo libre. Si pueden compartir el mismo horario, pueden disfrutar del tiempo libre para desconectarse de las responsabilidades laborales.
  • Compartir responsabilidades. Los roles de la mujer (hijos/hogar) y del hombre (trabajar para proveer) se complementan. Realizarlos juntos favorece la estabilidad. El hombre puede ayudar a aliviar la carga del día a día: pueden hacer las compras o buscar a los chicos en el colegio, y ellas ayudarlos con algunos trámites. Es posible –asegura- encontrar nuevos espacios para estar juntos como pareja y como familia. Para lograrlo es necesario respeto, organización y buena voluntad. Lo importante es saber que no hay un enemigo en casa, sino un compañero.

Cómo “re-pactar”
Las mujeres están ante un dilema: por un lado, tienen al hombre en casa de un modo más participativo y presente, pero por otro éste entra en el espacio doméstico sin un modelo propio, y más que una ayuda, puede volverse un problema, apunta la profesional y explica: Al ingresar las mujeres en los espacios públicos sin un modelo propio, tuvieron que adoptar los códigos y actitudes del modelo oficial: el masculino. Entonces, cuando el hombre entra en la casa –sea por decisión propia o ajena- la pareja debe recontratar, porque vivir en pareja es vivir en un proceso de recontratación permanente. Algunos consejos: 

  • Maridos: Deben entender que llegan a un lugar del que estaban casi ausentes. Deberán aprender códigos, respetar ritmos y tiempos, y construirse un espacio propio. 
  • Esposas: Deben entender que el que llega es alguien que tiene que aprender. A medida que él se integre, seguramente se modificarán muchos códigos del funcionamiento del hogar.
  • Ambos: Se les recomienda tener mucha paciencia. Ella debe saber que él necesita tiempo para adaptarse a la nueva situación, y él debe comprender que los hábitos instalados no se borran de golpe. La única manera de enfrentar este gran cambio es hablar mucho de lo que cada uno necesita: expresar qué espacios se deben respetar, qué tiempos se deben cuidar, qué hábitos no se puede o desea cambiar.

Resumiendo, ante esta situación del hombre trabajando en casa puede suceder que la pareja entre en una nueva etapa; fecunda y de redescubrimiento, o en crisis porque cada uno se pone rígido en lo suyo. Pero, si ésta surge no será porque él venga a trabajar a casa, sino que es el disparador de una situación latente, advierte Corthey, y añade: Mientras no tenían que compartir espacios, parecía no existir.
Y, por el contrario, si a partir de esto se encuentran los beneficios de poder compartir más y mejores momentos, si se abre la puerta al reconocimiento y afianzamiento afectivo, es también porque estaban dadas las condiciones, y algo que puede comenzar como una crisis –entendiéndola como cambio- puede terminar en una renovada convivencia.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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