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Los perros también pueden sufrir epilepsia


  •  La epilepsia canina es una patología compleja, de etiología no siempre conocida, aunque se sabe que hay una fuerte incidencia genética. 
  • Hay razas más propensas a padecer esta enfermedad como es el caso del Beagle, Caniche, San Bernardo o Pastor Alemán. 

Las veterinarias Josefina Dominchin y Karina Capellino explican que el primer ataque epiléptico suele darse entre los 6 meses y 5 años de edad, manifestándose de modo imprevisible, en forma de convulsiones, movimientos de pedaleo en las patas, excesiva salivación, micción o defecación sin control y pérdida de conocimiento. El ataque epiléptico puede ser de mayor o menor intensidad. Aunque los ataques en sí no suponen en ningún momento la muerte del animal, el peligro se encuentra en que sufran un golpe o se muerdan la lengua. Si el perro epiléptico se muestra más nervioso e inquieto, da vueltas sobre sí mismo o muestra algún otro comportamiento extraño... suele ser señal de que va a sufrir un ataque y podemos anticiparnos, dicen las profesionales.

¿Cómo actuar?
Saber de antemano cómo hay que actuar nos ayudará a mantener la calma y así poder socorrer a la mascota para que se recupere del ataque epiléptico.

  • Colocar al perro en el suelo, sobre una superficie acolchada como almohadas o una colchoneta. Evitar colocarlo en lugares elevados, un sillón por ejempo, para que no se haga daño con golpes o caídas al convulsionar.
  • No intentar sacarle la lengua porque puede mordérsela. 
  • El ataque epiléptico suele durar menos de 2 minutos. Esperar a que finalice y permitir que el perro descanse en un lugar tranquilo, y silencioso porque suele quedar cansado y desorientado.
  • Consultar con el veterinario quien puede llegar a aconsejar la administración de un relajante muscular vía rectal cuando sufra un ataque de epilepsia. 

La epilepsia es una enfermedad crónica. Esto significa que el perro deberá seguir el tratamiento que le indique su veterinario durante toda su vida. Es importante tener en cuenta también que las situaciones de estrés pueden desencadenar los ataques, por lo que hay que tratar de que el perro esté en un ambiente tranquilo y relajado, concluyen Dominchin y Capellino.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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