Por: Adriana Felici (Periodista - directora sección En Familia)
Es habitual que cuando un niño pequeño quiere hacer algo nuevo para él, corramos a socorrerlo. Comer solos (sostenemos la cuchara para que no se ensucie), pintar con fibras (ídem), subirse a un banquito para buscar algo que está alto para él (tratamos de evitar que se lastime)… Es ahí cuando el niño nos dice: “Yo solito”… y cuando –de repente- advertimos que creció.
¿Hasta qué punto hay que dejar que intenten hacer cosas por sí solos? El sentido común nos dice que hasta que corran peligro; sin embargo, a veces por apuro o comodidad, resulta más fácil “sacarles las papas del fuego” que tomarnos unos minutos para enseñarles cómo se hace.
Es cierto: en muchas ocasiones tendemos a sobreprotegerlos y evitar que hagan las cosas por sí mismos. Sin embargo, como para desarrollar autonomía es preciso cultivar el sentido de la responsabilidad, protegiéndolos en exceso y haciendo cosas que pueden hacer por sí solos, les estamos enseñando a depender de alguien, anulamos su autonomía y no desarrollamos su responsabilidad, nos dice la Lic. María Gabriela Corthey (MP A3286).
Habilidades y autoestima

Los niños aprenden autonomía a través de las pequeñas actividades que desarrollan diariamente. Por ello es importante que tanto padres como educadores les propongan tareas que los ayuden a demostrar sus habilidades y el valor de su esfuerzo, apunta Corthey. Hay muchas cosas que un niño pequeño puede hacer: regar las plantas; ayudar a mamá a guardar los broches cuando descuelga la ropa; guardar, abrochar y desabrochar su ropa… son acciones que los harán aprender, pero que fundamentalmente, fomentarán que a-prendan a pensar por sí mismos. Además, cuanta más autonomía desarrollen, mejor será su autoestima, porque dejar que se desenvuelvan solos, les permite comprobar que son capaces de hacerlo, remarca la psicóloga.
Cada niño un mundo
Para ayudarlos, primero hay que conocer las capacidades reales de cada niño, y luego guiarlos sin solucionarles tareas que sean capaces de realizar solos. Es el caso de los padres que en lugar de sentarse con sus hijos para orientarlos en sus tareas escolares, terminan haciéndolas ellos, subraya Corthey, enfatizando que para aprender todos debemos tener la posibilidad de experimentar y equivocarnos. Sólo a través de este proceso llegaremos a hacer las cosas bien. Por eso, cuando un niño nos diga: “Yo solo; ya soy grande”, respetémoslo, guiándolo y controlando que no se haga daño, sugiere.
Cómo ayudarlos
- Escucharlos siempre y responderles cuando nos hagan una pregunta o comentario.
- Ser flexibles ante sus errores: todos nos equivocamos.
- Si necesitan buscar algo (desde un objeto hasta información), ayudarlos y animarlos a que encuentren las cosas por sí solos. Se suelen resolver sus tareas antes de que ellos exploren cómo hacerlo. Esto anula su interés y los posiciona en un lugar cómodo y abúlico que luego les cuestionamos, diciendo que no tienen “iniciativa”, resalta Corthey.
- No darles todo lo que pidan. A veces ni esperamos a que abran la boca: nos encanta “adivinar” o “crear” sus necesidades. El niño que recibe todo sin pedirlo, no aprenderá el valor del esfuerzo, enfatiza la profesional.
- Brindarles seguridad sin dependencia excesiva.
- Fomentar el vínculo con familiares y amigos cercanos, y que se queden con ellos cada tanto. Hay niños que se sienten inseguros si sus padres no están cerca. Criarlos con autonomía también implica que aprendan a sentirse seguros con otros adultos de nuestra confianza.
- Ayudarlos a que coman solos aunque se les caiga la comida.
- No llevarlos a pasear en cochecito si ya tienen edad para caminar.
- Sacarles los pañales a la edad que corresponde (alrededor de los 2 años) aunque se les pueda “escapar”.
- El chupete: a partir de los 2 años se recomienda que lo vayan dejando gradualmente. Lo ayudará a crecer.
- Darles poco a poco pequeños encargos adecuados a su edad y nivel de desarrollo (vestirse, comer, higienizarse, poner la mesa…). Los niños pueden tomar nota de un mensaje y transmitirlo, hacer compras simples (especialmente las relacionadas con la escuela).
- Evitar preguntar en los grupos de WhatsApp las tareas escolares o fechas de exámenes. Desde la primaria los niños pueden consultar con maestros o compañeros sus dudas. Cuando cursan la escuela secundaria, que los padres resuelvan sus obligaciones o dudas a través del WhatssApp, anulará su capacidad de resolver un problema y de encontrar estrategias para resolverlo, concluye la psicóloga.
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