Vale aclarar desde ahora mismo que en esta reflexión no hay ninguna intención de comparar la clase de político que fue Arturo Humberto Illia con ninguno, absolutamente ninguno, de los políticos del Menemismo a esta parte.
Pero sí es necesario recordar que la campaña de desprestigio que sufrió el expresidente Illia comenzó como una “jodita”, la de caricaturizarlo como una tortuga y la gente terminó creyendo algo que no era. Illia guió un proceso de crecimiento y de fortalecimiento del Estado como pocas veces antes de él, tuvo un gran ministro de Economía durante su gestión, y peleó contra corporaciones y negociados desde el día uno. Nadie puede hablar de su estatura moral, cada vez más grande a medida de que pasa el tiempo.
Irigoyen también fue, en su momento, víctima de otra campaña de desprestigio de la que no eran ajenos los humoristas de la época. En ambos casos, dos mandatos democráticos fueron interrumpidos por golpes militares.
Ahora que está claro que no habrá golpe militar posible, que la democracia llegó para quedarse, también está claro que las campañas de desprestigio siguen vigentes como una tradición (aborrecibles, por cierto).
Ahora, se aprovechan las redes sociales para viralizar memes, viñetas humorísticas, tips graciosos, y en medio de todo eso, noticias falsas.
Aunque muchísimas de ellas causan mucha gracia, son también una herramienta para debilitar a la autoridad vigente, para patearle los talones.
Fue en su momento con Daniel Scioli a partir de que se conoció que tenía un hijo extramatrimonial. Las bromas no escatimaban ni en el hecho de que a Scioli le falta un brazo que perdió en un accidente. Ahora, son los #macritips que caricaturizan las recomendaciones sobre ahorro que el presidente intentó fomentar. Son ejemplos de la misma campaña.
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