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Potencial turístico en riesgo porque no corre agua por el circuito jesuítico

En 2015, se rompió la galería que alimentaba el sistema de acequias que alimenta al Museo Jesuítico y que fue la base sobre la que se cimentó su producción.

La invitación es tentadora: recorrer casi seis kilómetros por Jesús María conociendo el sistema hidríco que utilizaron los jesuitas para alimentar toda la producción de la Estancia. Ese mismo sistema que los inmigrantes y los regantes mejoraron con el correr de los años y que se rompió, abruptamente, tras las inundaciones de 2015.
Desde entonces, no corre más agua por ninguna de las acequias que atraviesan los barrios Las Vertientes, Parque Suizo, y La Represa y que concluian en el Museo Jesuítico Nacional y en el sistema de riego que llegaba hasta La Cotita,
Se hicieron todas las gestiones ante Recursos Hídricos de la provincia, explicando la importancia de esa red hídrica, pero no se tuvo suerte hasta ahora. Se trata de un trecho de unos 300 metros los que habría que reparar y, además, engavionar para evitar nuevas rupturas en el futuro.
Pero esa rotura se generó en un sector no poblado, contra el Parque del Oeste, y parece no haber sido considerada prioritaria para el gobierno de Córdoba que tiene la jurisdicción sobre el río por el alto costo que demandará.
La que pierde es Jesús María que tiene entre manos un lindo producto turístico que agregar  y que en su primera edición logró juntar a una treintena de entusiastas caminantes, durante la reciente Semana Santa.
El nuevo circuito al que denominaron “Rincones jesuíticos” comienza su recorrido por el Museo Jesuítico donde -hace 400 años– hacían algo de ganadería, trigo y maíz, frutales y vides, más una pequeña industria textil, y dos complejos de herrería y carpintería. Todo ese complejo funcionaba con un avanzado sistema de agua corriente, que incluía acequias, tajamares, y dos importantes molinos harineros.
Vale destacar que, aunque la de Jesús María era la estancia más pequeña en tamaño y extensión, al mismo tiempo era la que venía en auxilio de todo el resto del complejo. Si algo se rompía fuera de Jesús María, allí se reparaba. Si hacía falta construir una puerta o una reja, allí se hacía. Jesús María alimentaba con sus productos a Alta Gracia, Santa Catalina, Caroya, y Candelaria, como al centro de estudios de la manzana jesuítica en la ciudad de Córdoba.
Además, tenía capacidad para producir 35 toneladas anuales de harina de trigo o de maíz, cuyo principal destino era el Colegio Máximo de la ciudad de Córdoba. Pero sin el agua, nada de todo ese inmenso engranaje productivo hubiese sido posible. Repararlo o buscar otra solución alternativa servirían para que el nuevo producto turístico pueda mostrar todo su potencial.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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