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Canal Huergo, una joya de la ingeniería que cumplió 116 años

La obra realizada por los primeros colonos continúa abasteciendo de agua a la ciudad.

Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)

Con valijas y esperanzas llegaron los inmigrantes italianos a las tierras de lo que luego sería Colonia Caroya. Haciéndose lugar entre el monte, empezaron a construir su nuevo hogar. Las familias fueron estableciéndose, creando historias pero un problema preocupó a los recién llegados. 
El agua no era abundante en la región por lo que inició la búsqueda de soluciones ya que las acequias existentes solo proveían a sectores cercanos pero no alcanzaba para todos. Las autoridades provinciales y nacionales de aquel entonces recibieron los reclamos de ayuda que demoraban en llegar.  
El descontento creció a tal punto que se organizó una manifestación en la capital provincial para exigir medidas urgentes. Tras la compra de un terreno y previa solicitud de permiso al entonces intendente de Jesús María, Pío León, comenzaron las pruebas para localizar agua bajo la superficie. 
“Una de las pruebas era muy rústica, es llevar una vara de sauce en forma de equis. Se la ponían en la cintura y cuando la vara se bajaba, indicaba que había agua. Dicen que se sigue usando todavía usando en el norte”, narró Elena Valle de Marchetti, autora de Y ellos consiguieron el agua, una investigación que resume aquellos difíciles años. 
La reseña histórica de esta nota fue elaborada gracias a la información brindada por la publicación que se enriqueció con los aportes de su escritora. 
El 30 de abril de 1902 finalmente arrancaron las obras del primer canal de la ciudad que construyó a pico y pala, hombro con hombro, con las limitaciones de la época. “Cuando le preguntaron a estos gringos qué hacían ahí cavando zanjas en triangular, ellos decían ‘estamos haciendo un canal para Huergo’ (Luis Huergo, famoso ingeniero que planeó unir los ríos cordobeses para salir al mar). Entonces le quedó así, Huergo no se enteró en su vida que tenía un canal con su nombre”, añadió risueña la escritora.
La estructura abovedada, con pequeñas separaciones entre los ladrillos en el piso inferior para que emanen las napas y con bocas de inspección cada 50 metros son algunas de las características de la obra. Es un detalle el que revaloriza aún más la sapiencia de los colonos fue que todo el canal se encuentra en declive, es decir, que el agua corre cuesta abajo.
“La ventaja que tiene es que, sin gasto de energía, el sistema funciona por gravedad. El Canal Huergo saca agua haya luz o no, llueva o no, son flujos continuos de agua. Otro beneficio es que el agua no se toma de la superficie, entonces los sólidos en suspensión se filtran y tenemos menos gastos de potabilización”, aportó el ingeniero Eduardo Angulo.

El canal en la actualidad 
El canal debió ser refaccionado en algunos sectores en varias ocasiones, ya sea por cuestiones externas o por el mantenimiento habitual por el paso del tiempo. “El canal ha demostrado que es sólido y pasó en 2015 una prueba grande. El avance de la población hace que se perjudique la calidad del agua porque, al abastecerse de napas superficiales, es vulnerable a la contaminación. Si no se toman medidas de ordenamiento territorial, de mantener esos lugares como reservas que no tengan ningún otro tipo de uso, evidentemente puede haber alguna alteración”, explicó Angulo.
Los análisis del ingeniero devienen de un trabajo de tesis que llevó a cabo en el marco de la Licenciatura en Ciencias Ambientales. Por lo que para concluir, destacó una característica que marca la identidad de la ciudad desde sus comienzos: “Colonia Caroya tiene la particularidad de ser una de las pocas ciudades que toma agua de dos cuencas: el Río Jesús María a través del Huergo y el Río Carnero por el Canal San Carlos”. 
Pasado el centenario de su creación, aún hoy sigue abasteciendo la localidad con sus  recursos hídricos. El riego de plátanos y el sector agrícola norte, zona industrial y consumo humano son los usos que definen el largo recorrido. Vecinos y productores siguen aprovechando las bondades de la ingeniería inmigrante. 
Es, además, un símbolo del ingenio frente a la ausencia de recursos tecnológicos en las primeras décadas del siglo XX.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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