Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
Maestra, pintora, funcionaria municipal. Ésas fueron algunas de las facetas de una mujer que no descansa nunca. El jueves por la mañana sumó una nueva aptitud: la de escritora. En los últimos años volvió a ser alumna otra vez para completar su licenciatura y luego un doctorado en Educación que lo que más le gusta.
“Es una satisfacción muy grande para mi poder presentar este trabajo que sería interesante que sea útil para otros, que inquiete a otros a seguir trabajando en pos de la educación y también de la mejora de esta relación entre la escuela y la familia donde los niños necesitan inmensamente que ambas acuerden”, relata.
Tras culminar el trayecto universitario en la Universidad Católica de Córdoba se abrió la posibilidad de continuar capacitándose: “Llega a la universidad una propuesta para una formación en el exterior, yo ya tenía hecho un gran trabajo de mi tesis, solo me faltaba el trabajo de campo (…) eran seis meses de formación, había varias universidades propuestas yo elegí la de Málaga porque ahí estaban trabajando esta cuestión de las relaciones de la escuela con la comunidad, con la familia. Obtengo la beca, en diciembre de 2011 viajo a Málaga, mi período de formación fue hasta junio. Fue muy interesante, pude ver el trabajo que se estaba realizando entre la universidad y una de las escuelas públicas de Málaga además de trabajar con los datos de una forma distinta a la que estamos acostumbrados acá”.
Al regreso, acompañada de la tutora de tesis, finalizó el ensayo en 2015 obteniendo la calificación más alta. Cuando se le consulta qué significa la educación asegura que lo suyo se trata de vocación: “A veces nos cuesta hablar de la vocación porque lo asociamos a lo religioso cuando es tener este deseo de crecer y de transmitir a otros”.
A la hora de elegir la temática a abordar, inicialmente quería probar como influían estas las relaciones escuela-familia en el aprendizaje pero la dificultad de obtener datos concretos impidió que continuara con esa línea para inclinarse en las narrativas que muestran esos vínculos.
Para ello, llevó a cabo una investigación en cuatro escuelas de Colonia Caroya, con diferentes características: una institución escolar privada, una ubicada en el sector rural, en el centro de la ciudad y otra en la zona urbano-marginal. Para recopilar la información recurrió a diferentes técnicas como entrevistas, grupos focales, observación y análisis documental.

Fortalecer lazos
Rizzi propone tres ejes para remediar los desencuentros que puede existir entre la familia y la institución escolar: mejorar la comunicación, fomentar la participación y el trabajo en conjunto.
“En las instituciones educativas hay que revisar el tema de la participación porque muchas veces decimos ´vinieron 5 padres, hay poca participación o hay mucha porque vinieron 20´, ¿y qué pasó en la interacción? He observado que hay mucha participación rica que no se tiene en cuenta, hay debates que a veces parecen conflictos pero si uno le saca provecho puede mejorar muchas cosas (…) ¿de esto que podemos aprender? ¿Por qué no está funcionando?”
Además, dice que es necesario registrar estos encuentros para detectar interacciones que permitan modificar o fortalecerlas. El trabajo colaborativo entre docentes y padres en el cual se definan los roles de cada uno facilitará el acompañamiento al niño.
“Nos falta tener una idea del hombre que queremos formar. Hoy, en esta sociedad de la liquidez, como dice Bauman, del cambio continuo también tenemos que mirar al futuro sino como pueblo nos vamos a desintegrar”, culminó.
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