Históricamente, un grupo de adultos que formaba parte de los equipos técnicos del gobierno municipal decidía qué temáticas, con qué formato, y en qué contexto había que abordarlos con los jóvenes y adolescentes de la ciudad.
Esos encuentros partían de la aseveración de que los jóvenes eran parte del problema y casi nunca de la solución y, por ese motivo, eran los adultos los que tenían que proponer soluciones.
Esa lógica cambió en 2016 cuando fueron encuestados jóvenes en 8 instituciones de la ciudad y de ellos surgió que lo que más les preocupaba era el acoso escolar, seguido de las adicciones, y de la violencia.
Con ese diagnóstico, el área de Juventud diseñó un programa específico, el GAPS (Grupos de Adolescentes Promotores de la Salud), solicitó presupuesto para ejecutarlo a lo largo de 2017, y lo llevó adelante durante todo este año.
Experiencia aprobada
Un sentimiento similar compartió Alondra Tauro, otra usuaria: “Esta información me sirvió mucho porque participo de otras actividades dentro del colegio y las herramientas que recibí me servirán de mucho para abordar problemáticas que se nos presenten para ayudar a otros jóvenes”
“En mi círculo de amistades -añadió Alondra- no son temas muy difíciles de abordar. Por ahí, alguno da un poquito de vergüenza, pero se los puede hablar tranquilamente”.
Se inscribieron 180 jóvenes al comenzar el proceso, 80 recibieron su diploma como joven promotor de salud y otros 120 recibieron su diploma como participante (porque no hicieron todo el proceso). Lo importante fue que la participación juvenil fue relevante, importante, y ahora hay que ver cómo se contagia a otros o cómo se establece un programa de formación permanente, casi como política de Estado.
Facundo Rizzi, uno de los funcionarios que estuvo desde aquel diagnóstico de 2016, también valoró la experiencia: “Hicimos la evaluación y nos señaló que los chicos entendieron cuáles son las herramientas que tienen que usar como promotores y, además, dijeron que estaban dispuestos a usarlas en situaciones cotidianas si así lo requerían. Ése era nuestro objetivo: dotar de herramientas y hablidades en los jóvenes. Lo logramos, pero en la práctica lo vamos a ver durante 2018 cuando estos jóvenes en sus instituciones puedan realizar acciones de promoción de salud”
“Empoderar” es la palabra que más utilizaron los funcionarios del área de Juventud para referirse al objetivo que persiguen, que los jóvenes se postulen a sí mismos como parte de la solución antes que del problema.
“Ser promotor de salud no es ser un especilista en temáticas de salud sino contar con herramientas que permitan intervenir”, completó Rizzi sobre la valiosa experiencia.
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