Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
Desde hace cuatro años, especialistas de la ciudad comenzaron a proponer un método de trabajo diferente al tradicional: Eliminar de a poco el uso de químicos para controlar plagas y fortalecer la siembra fue uno de los numerosos desafíos.
La agrónoma Mariela Puerta acompañada de los técnicos Ariadna Arrigoni y Luis Narmona de la Subsecretaría de Agricultura Familiar llevaron a cabo un proceso cuyos frutos pudieron verse el pasado miércoles 29 de noviembre.
Cuatro productores recibieron por primera vez la certificación agroecológica que avala el camino detrás de la presentación en el puesto de venta. En este caso, los establecimientos reconocidos fueron Mario Ávila y Berta Portal, Nº de certificación: 01-01-02-17; Chacra de Luna, Nº de certificación: 02-01-02-17; Danilo Fantini, Nº de certificación: 03-01-02-17 y Los Braca, Nº de certificación: 04-01-02-17.
La certificación es anual por lo que -tanto los habilitados como quienes desean incorporarse- deben cumplir con las exigencias, incluyendo los ítems de un plan de mejoras. El documento tiene objetivos a corto, mediano y largo plazo, según las características de cada emprendimiento, y serán monitoreadas a la hora de la renovación.
Para lograr el visto bueno, deberá pasar por la comisión certificadora que está integrada por consumidores, representados en este caso por Leny Migotti y Alicia Lóndero, miembros de la Dirección de Desarrollo Productivo y técnicos. El marco regulatorio que le dio verdadero impulso a la actividad fue la aprobación de la ordenanza 1911/2015 que declaró de interés municipal el proyecto además de proponer incentivos a la actividad a través de la reducción de tasas impositivas.
De esa manera, Colonia Caroya se convirtió en la primera ciudad en la provincia de Córdoba en otorgar la distinción y a su vez, junto a Bella Vista (Buenos Aires), la segunda localidad a nivel nacional. En la actualidad no existen normativas provinciales ni nacionales que establezcan criterios para avalar la producción agroecológica y brindarle al público una garantía de la calidad de los alimentos de este tipo que consumen.

Experiencias
Danilo Fantini se dedica a la plantación de vid, desde hace diez años busca incorporar la metodología sin químicos a su emprendimiento. En los inicios de la propuesta formó parte del equipo de Cambio Rural con la ingeniera Daniela Mansilla y luego de escuchar la experiencia de un productor mendocino que dedicaba a la frutihorticultura orgánica, decidió poner en práctica lo aprendido.
“El procedimiento involucra al grupo de productores como una entidad superior a cada individuo que estamos en este proceso de aprendizaje y compartir conocimientos, en un segundo lugar los técnicos que nos acompañan en esa función de enseñarnos cosas, sistematizar los conocimientos que se va generando de la experiencia y como tercer pata, los consumidores (…) que completan el grupo de interés del esquema de producción de alimentos sanos para una población”, sostiene.
Por otra parte, Juan y Jorge Bracaccini, padre e hijo, se dedican al comercio de huevos caseros y dulces artesanales: “hace mucho tiempo que se venía luchando, laburando la feria agroecológica junto con la municipalidad y la verdad que es un paso importante”. Según sus palabras, la distinción les abre más puertas y les permite destacarse de otros productos que dicen ser agroecológicos y no lo son.
Finalmente, las verduras llegan de la mano de Berta y su esposo quienes trabajan una hectárea de tierra en la que van rotando los cultivos. Sus comienzos no fueron nada fáciles, pero las capacitaciones le permitieron superar obstáculos. “Hoy sabemos cómo cuidar del sol a las plantas, cómo ayudar al crecimiento para que se mantengan las verduras. Estamos felices de que mucha gente empieza a consumir sano. Nosotros ahora también estamos comiendo así (…) lo que haya en la casa, es sano”, concluye.
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