Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
Pasadas las ocho de la mañana, Carolina me esperaba sentada en una cafetería. Vestida con una minifalda, zapatos altos y la camisa del trabajo aguardaba para -minutos más tarde- iniciar la jornada laboral. Café mediante fue describiendo su experiencia en el deporte, la familia y los anhelos para 2018.
Desde hace diez años, se desempeña en atención al cliente en una empresa de transporte urbano de la zona. Muchos ignoran que detrás de aquella amplia sonrisa se esconde una gran ciclista que no ha parado de crecer.
Compatibilizar las obligaciones diarias con el entrenamiento no es fácil ya que por los horarios de su empleo y las altas temperaturas de esta época, muchas veces se levanta a las 5:30 de la mañana o aprovecha la calidez de la noche para salir a correr.
El miércoles pasado, sin ir más lejos, se llevó a cabo la entrega de los reconocimientos a los Deportistas Distinguidos. Allí, la atleta recibió un diploma por el desempeño obtenido en 2017 pero, como dato curioso, ese compromiso no detuvo la rutina de ejercicios que viene llevando adelante por lo que, ni bien finalizó la velada, cambió el vestido de gala por las zapatillas y salió a completar la rutina.
La joven nacida en Colonia Caroya hace 32 años asegura que siempre le gustaron los deportes, desde chica asistió a clases de gimnasia artística, básquet y luego, gimnasio. Pero un momento en particular marcó su vínculo con la bicicleta: “Cuando tenía 12 años mi papá que es corredor de bici, me metió al ciclismo. Corrí un año en ruta, éramos pocas chicas así que no me gustó mucho y dejé de correr (…) En su momento, lo acompañé a su primera carrera y creo que por eso estoy en lo que es el ciclismo”.

“Yo veo el espíritu que él tiene todos los días para poder seguir. Hace un año, lo operaron de la cadera y, a los cinco meses, ya corría una carrera, más cuatro de este año y nos acompañó a cumplir una promesa a la Difunta Correa y San Expedito. Se la re bancó, la verdad es que, después de la operación, se hizo 480 kilómetros en dos días. Él me motiva en cada competencia, cuando digo no doy más y pienso en todo el esfuerzo que hace para estar ahí (…) si él puede como no voy a poder, me da un granito más de fuerza para llegar a la meta”, narró la corredora.
Junto al resto de la familia, acompaña a Carolina en cada reto. Ella define a su papá como su “mecánico”; su hermana Cintia, la encargada de los trámites e inscripciones; y su mamá, quien mantiene la indumentaria de competencia en óptimas condiciones, además de presenciar las pruebas cada vez que pueden.
Luego de un largo tiempo alejada de los circuitos, hace nueve años una amiga la invitó a pedalear y nuevamente surgió en ella la pasión por el ciclismo. Desde entonces no volvió a abandonar el deporte sino que suma nuevas metas constantemente. Asevera que es una disciplina costosa por lo que los viajes y demás gastos corren por cuenta de los mismos corredores. En su caso, consiguió un contrato con la empresa de bicicleta Trek que brinda apoyo a atletas en todo el país que se destaquen en su desempeño.
Seguir soñando

Córdoba, Mendoza, Tucumán, San Luis son algunas de las provincias que recorrió este año. Y tiene al Desafío de Río Pinto entre ceja y ceja. Quiere ganarlo: “La bici te lleva a dejar un montón de cosas si querés estar en un nivel alto. No ha sido un esfuerzo grande dejarlas porque de verdad me gusta mucho. Gracias a la bici hice muchos amigos y conocidos. El ambiente del mountain bike es muy lindo”.
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