A lo largo de cinco días recorrieron escuelas y espacios públicos.
Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
El Festival Nacional e Internacional de Títeres Juglares arribó un año más a la localidad. Artistas de distintas provincias junto a compañías latinoamericanas invitadas trajeron sus obras que disfrutaron grandes y chicos.
En esta ocasión asistieron al encuentro representantes de Chaco, Córdoba, Rosario, Catamarca, Buenos Aires y Chile además de dos espectáculos oriundos de Perú y Colombia. La reunión de titiriteros cobra cada edición mayor fuerza en la región no sólo por la variedad y calidad de la propuestas sino también por la amplia convocatoria de interesados en formar parte de la actividad.
El evento tiene dos propósitos: difundir las obras en diversos espacios de la ciudad y capacitarse en el dominio de las técnicas que este arte emplea. La formación convoca aún más personas ya que quienes imparten los talleres poseen una vasta trayectoria en la materia.
Luego de 21 años, el festival sigue vigente sumando nuevos artistas en cada edición y ya se ganó un lugar en la agenda de la región. Durante 17 encuentros se llevó a cabo en Cosquín y por distintas razones se trasladó a Colonia Caroya, una de ellas fue la inauguración de la Casa de la Historia y la Cultura del Bicentenario que les brindó un espacio acorde a las necesidades de las obras.
Si bien las actividades centrales se desarrollaban en esas instalaciones no dejaron de transitar por las escuelas primarias y jardines de infantes además de lugares públicos como las plazas. Esta edición debió acomodar íntegramente las funciones al aire libre o en instituciones ya que otras propuestas tenían reservada la sala principal.
Desde el 13 al 19 de noviembre, se presentaron “Chiki ton ton” (Colombia), “Juancha y Mariacha” (Perú), “El rescate de Felipe” (Chaco) que hasta el día sábado actuaron según el cronograma previsto. El cierre será el domingo a partir de las 18 en el cual está prevista la proyección de cortos que demostrarán las técnicas titiriteras alrededor del mundo.
Quique Di Mauro es el organizador, profesor y acompañante de cada grupo que visita la ciudad. Su padre tenía un hermano gemelo y ambos encontraron en los títeres un mundo que los fascinó. Junto a su primo crearon la compañía “El Telón” que los llevó a conocer innumerables rincones.
En la actualidad, continúa sólo realizando giras por el mundo. La pasión por los muñecos y sus historias logró heredársela a su hija aunque busca contagiarla a todo aquel que se cruza en su camino.
Con el corazón en la mano
Los artistas juglares son aquellos que se adaptan al entorno que los reciba, viajan con el espectáculo completamente preparado incluyendo el sonido, la escenografía, luces y pone a disposición sus personajes para entretener a variados públicos.

“Quizás sea el momento más auspicioso de los títeres, tienen miles de años acompañando la humanidad pero en general se han movido en los márgenes de la sociedad”, afirma Martín. Ante la consulta de cuál es el rol que hoy tienen frente al avance de las nuevas tecnología en la infancia, responde: “los títeres son algo no cotidiano, la tecnología lo es (…) tienen la posibilidad de irrumpir, hay una conexión intima, estrecha”.
Para finalizar, María Laura se suma a la reflexión y ambos sostienen que cada personaje trasmite todo tipo de emociones a niños y familias por igual. Retoman una frase de una artista quien manifiesta que “el títere es la parte visible del corazón del titiritero”.
Por otra parte, Miguel Arnaldo Aquino asiste hace trece años al encuentro. Es un cantante, compositor y clown con la necesidad de incursionar en los muñecos y los movimientos. Escribió años atrás la canción emblema del evento que resume su experiencia al formar parte. Define al Festival de Titiriteros como un lugar de “aprendizaje puro (…) es una linda vidriera y como si fuera poco te vas con una capacidad de asombro latente”.
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