La falta de memoria de los argentinos parece llevarnos al terreno de la ciencia ficción cuando se trata de la evaluación que se hace sobre el desempeño de la Justicia.
En estos convulsionados días en que la Justicia tiene en su mira a exfuncionarios del gobierno anterior, muchos argentinos parecen olvidar la mora que esa misma Justicia tiene sobre delitos y corrupciones del pasado.
Sin ir más lejos, cuántas causas pendientes tiene todavía el expresidente Carlos Saúl Menem que llegó a generar un par de decenas de escándalos que terminaron en denuncia judicial y casi ninguna resolución.
De hecho, la recientemente fallecida María Julia Alsogaray fue una de las únicas exfuncionarias de ese gobierno que mereció una resolución judicial adversa y que pagó con cárcel su condena. Pero Menem dejó de gobernar en 1999 y muchos de sus escándalos datan de antes de su reelección, es decir, hace más de 20 años.
El que se suponía que iba a ser el “probo, recto, y honesto” gobierno de Fernando De la Rúa terminó con otro escándalo judicial por el soborno a legisladores opositores para que aprueben leyes que necesitaba el gobierno. ¿Recuerdan a algún condenado por esa causa?
Parecen olvidar muchos compatriotas que hemos tenido cortes adictas al poder, que no han tenido absolutamente ninguna independencia (lo deseable en una buena democracia) y que hemos tenido jueces tan sospechados de corrupción como los delitos que se les pedía investigar.
Es entendible el aplauso porque no tuvieron que pasar una o dos décadas antes de que la Justicia investigue los supuestos defectos de una gestión política. Lo que no se entiende es que se aplauda a jueces que debieran dar una disculpa al pueblo por haber llevado la demora en investigar hasta el absurdo.
Si bien es cierto que la “política” es la responsable de muchos de nuestros males, tan resposable es la Justicia cuando llega lenta, tarde, y mal.
Con una Justicia que funcione no hay gobierno corrupto que resista. Ojalá que la madurez que parece mostrar hoy la Justicia haya llegado para quedarse por cincuenta años al menos.

Claudio Minoldo
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