Matías Contessi tiene 21 años y una colección de camisetas de fútbol asombrosa: alrededor de 400, pero de todas ésas las que custodia con mayor esmero son las 140 que corresponden al club de sus amores: Talleres de Córdoba.
Su fanatismo le llevó a saber si el equipo en algún año tuvo más de un sponsor o más de un cambio, cuál fue la camiseta titular, cuál la sustituta.
También qué jugador la portaba, en qué campeonato, en qué circunstancia, es decir, una información que excede su pasión coleccionista porque en paralelo es un hincha hecho y derecho.
Lo más notorio es que su pasión coleccionista -y éste es quizás el mayor mérito- comenzó cuando Talleres andaba de malas e intentando salir de ese infierno que fue su paso por el Torneo Argentino A y que le llevó más de una década.
Y el otro mérito es que no es de los que coleccionan “mangueando”. Él va, ve, y compra, sin importar si tiene alguna relación como hincha con algún jugador. De hecho, le han ofrecido algunas de esas camisetas especiales porque representan algún logro o campeonato del club, pero el precio ha sido un límite para seguir ampliando su base.
El sótano de la casa de Matías parece una tienda deportiva. Las paredes tiene colgadas muchas de las camisetas que fue adquiriendo a lo largo de esta última década cuando ni soñaba con poder armar su propia colección.
Al tiempo compró la de 2010 y fue para atrás y consiguió la de 2008 y asi hasta llegar a sus primeras diez camisetas, sin pensar que un día iba a llegar a 140.
“Se te vuelve una manía, todos los días querés algo distinto, un detalle que otra camiseta no tenga, un parchecito, un número distinto, cosas que parecen locura porque cualquier persona coleccionaría una de cada modelo y listo, pero yo las quiero a todas”, agregó.
La adquisición de la camiseta llevó a Matías, indiscutiblemente, a investigar sobre el derrotero que tuvo, quién la usó, en qué partidos, y se fue volviendo una suerte de estudioso “tallarín” que puede ser material de consulta entre fanáticos.
Matías sabe que hay antecedentes en la familia de jugadores que pasaron por Talleres -tíos, abuelos- e incluso que por ahí andaba alguna camiseta de las décadas del 40 y del 50, pero que no aparecen. Con esas figuritas “difíciles” su colección no tendría comparación.
“Cuando me preguntan por una camiseta, me vuelvo loco, les quiero contar y mostrar sobre todas. Es lindo tener algo de que sacar charla, algo para ver y mostrar. Es una locura sana la que tengo”, concluyó Contessi cuya mayor preocupación era dónde dejar la colección en las vacaciones.
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