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Domingo “Mingo” Del Fabro: “Nuestra misión es que haya más gente joven haciendo filatelia”

Por: Adriana Felici (Periodista - directora sección En Familia)

Se “mete” con sus estampillas y las horas se le pasan volando. Las 4 de la madrugada lo sorprenden. “Es una pasión, un vicio… llámelo como quiera”. Domingo “Mingo” Del Fabro (79, viudo, 2 hijos, 4 nietos), asegura que la filatelia es cultura: “Es la ciencia auxiliar de la historia. Los filatelistas sabemos más de historia y geografía que lo que estudiamos en la escuela”. Es que una estampilla –y más aún el sobre- “hablan”; cuentan una historia.
Mingo se especializa en una serie argentina de 1928. “Ésta se usaba para el pago a las compañías aéreas, como la compañía Zepelín.  El zepelín –dice- vino una vez a Buenos Aires, en 1934. Normalmente iba con correo de Europa a Brasil, luego a Alemania, y finalmente volvía a Europa. En ese tiempo, desde que uno ponía una carta en el correo en Buenos Aires hasta que la recibían en Europa, no pasaban más de 10-12 días”.
Coleccionar no es “juntar”; es dar un marco referencial a cada estampilla. Se estudia en qué papel se imprimió, la letra de agua (filigrana)… “Muestra si el sello fue hecho en papel austríaco, inglés u holandés”, apunta. Se estudia el dentado: “Primero se hacía con tijera, luego vino el dentado”. Gracias al matasellos se conoce el itinerario de la carta, y también se estudian las tarifas (variaban por ejemplo según el peso) y la impresión: “Como era muy deficiente hay diferencias entre una y otra estampilla”, aclara y enfatiza: “El sobre cuenta la historia completa. Lamento todas las estampillas que despegué del sobre cuando comencé”.
¿Cómo se consiguen los sobres de cartas antiguas? “Las familias las encuentran y las llevan a un comerciante filatélico. Tengo sobres que aún tienen la carta... Cartas de amor, de hijos en la guerra que cuentan sus penurias en las trincheras… Es apasionante…”, reitera e informa que en las exposiciones se escribe una explicación debajo del sobre. “Se va contando como un cuento”, define.

Nace el coleccionista
Comenzó a coleccionar a los 11 años gracias a Elvio Bergagna -integrante de un centro filatélico luego desaparecido- y de su hermana Marta que le regaló su primer álbum: “Tenía 40 hojas, con cuadraditos para pegar las estampillas. Empecé con un poquito de cada país; lo que conseguía”, relata evocando tiempos donde la comunicación con gente lejana era por carta. “Toda la correspondencia venía con estampilla; ahora predomina la máquina, lamenta, y agrega: “Empecé, y esa pasión no se pierde. Se diluye un poco cuando la vida lo aprieta a uno con el trabajo… Había abandonado por completo y un día, con treinta y pico de años, me reencontré casualmente con mi álbum y sobrecitos llenos de estampillas repetidas. Ahí empecé de nuevo. Y no paré más”.
En 1985, Mingo, Elvio Bergagna y Pedro Canalda crearon el Centro Filatélico y Numismático Jesús María. “Buscamos a los que les entusiasmaban las estampillas y formamos un grupo como de 40 personas”. Desde entonces el nombre de Canalda y Del Fabro están indisolublemente asociados: suelen alternar presidencia, secretaría y tesorería. Montaron 2 exposiciones nacionales; la última en agosto: “Invitamos a los 5 países limítrofes”, dice Mingo complacido con los resultados obtenidos.
Cuenta que antes se juntaban estampillas sin mucho orden; de un país por ejemplo, pero hoy el filatelista se especializa: “Es imposible juntar de todos los países. Hacemos colecciones temáticas:  música, perros, automovilismo…”.  Internet, obvio, ayuda mucho: buscan información y se relacionan con otros coleccionistas. “Trabajé 46 años en Romanutti y no me hicieron agarrar la computadora. Y la agarré con esto. Increíble, ¿no?”, ríe Mingo.

Nace una estampilla
La primera estampilla argentina se emitió en Corrientes en 1856. ¿Cómo se gesta un sello en Argentina? Una comisión asesora -integrada por funcionarios del Correo, de la Academia de Historia, la Secretaría de Cultura, la Federación Argentina de Entidades Filatélicas (agrupa a todos los centros del país) y dibujantes - evalúa propuestas de gobernaciones, municipalidades, entidades o centros filatélicos. Eso hizo el centro de Jesús María con el Festival de Doma y Folklore: “Luchamos 23 años y obtuvo su estampilla en 2007”, suspira Mingo y señala: “Hoy hay poca gente joven haciendo filatelia. Nuestra misión es que haya más”, afirma, y cuenta que hablaron con gente de educación para llevar la filatelia a las escuelas. Mientras, su nieto mayor –Martín- multiplica su pasión: es numismático y está armando una colección de trenes. “Participó en Cuba y sacó medalla de plata”, cuenta satisfecho este hombre que cuando viaja se zambulle en museos y casas filatélicas. “En la Plaza Mayor de Madrid hacen un mercado persa los domingos a la mañana… Hay como 100 stands de filatelia. Abren a las 10… Yo a las 8 y media ya estaba ahí”, concluye riendo.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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