El pasado lunes fue el último día de trabajo del fiscal de Instrucción José Raúl Almeida y antes de dejar su puesto -primero por una licencia y luego por acogerse a los beneficios de la jubilación- dejó firmado el decreto que le impuso una nueva prisión preventiva a Jeremías Sanz por la comisión del supuesto delito de homicidio doblemente calificado.
Antes de eso, también dejó resueltos otros dos homicidios: en el primero de ellos imputó a Ariel Fernando “Petete” Luberchi por el homicidio del camionero Gustavo Ariel Racca. Y en el otro imputó homicidio a Pablo Ezequiel “Pichón” Barrera por la muerte de Teresa Medina de barrio Los Álamos.
Almeida se retira tras 39 años dentro de la Justicia provincial y 26 en particular en los Tribunales Ordinarios de Jesús María en el que estuvo como único fiscal, pese a que se cansó de solicitar el nombramiento de un segundo fiscal para poder repartirse los turnos.
Fue un fiscal de bajo perfil, metódico, meticuloso al extremo, prudente al extremo, y muy honesto, la cualidad que él valoraba de sí mismo y la que le hacía sufrir cuando alguien intentaba empañar esa cualidad.
Entre sus causas más resonantes la de los homicidios del ingeniero agrónomo Rafael Muriel y el de María Eugenia cadamuro se cuentan entre los más voluminosos y complejos de resolver.
De muchas de las causas que resolvió ni siquiera hubo noticias públicas sobre ellas. Almeida jamás dio una conferencia de prensa ni entrevista periodística porque interpretaba -como en la vieja escuela judicial- que los funcionarios judiciales hablan a través de sus sentencias. Tampoco lo hicieron los secretarios y prosecretarios que acompañaro al fiscal durante estos 26 años.
Se mostró preocupado de que, en este último tiempo, los delitos de índole sexual se hayan multiplicado y que las denuncias sobre este problema se vinieran incrementando.
Quizás el momento más complicado para la Fiscalía fue durante el año en que se robaron 29 camionetas 4x4 de nuestra zona y las pesquisas no daban con los responsables de semejante operativo.
Pero más allá de eso, y de las críticas que se le podrían achacar, lo cierto es que la zona pierde a un buen funcionario y comprometido con su labor.
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