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Heroínas de Malvinas, en charla con futuras docentes

En el Instituto Zarela Moyano de Toledo tuvo lugar la proyección de un audiovisual y un diálogo con mujeres que eran estudiantes de enfermería en 1982 y les tocó asistir a miles de heridos durante la guerra de Malvinas.

En Córdoba, una tesis de maestría de la Lic, en Comunicación María Elena Otero intenta volver visible a las mujeres que fueron parte de la guerra de Malvinas aunque no hayan estado en las islas.
Otero trató de desentrañar el porqué de tanto silencio sobre esa participación a través de un audiovisual “Mujeres y Malvinas: hablar después del olvido” que fue proyectado el pasado jueves en el Instituto Zarela Moyano de Toledo para todas las futuras y futuros docentes
¿Por qué fueron estas mujeres invisibilizadas en las memorias oficiales de Malvinas? era la gran pregunta y para contestar sobre eso estuvieron presentes dos de esas mujeres, Patricia Lorenzini y Dora Ruiz.
Durante la guerra, oficiaron de enfermeras -aún sin haber terminado sus estudios- y participaron activamente de la preparación de los buques hospitales y se desempeñaron en la Escuela de Sanidad del Hospital Naval de Puerto Belgrano atendiendo a los heridos durante la guerra de Malvinas.
A ellas nadie les contó sobre el horror de la guerra, estuvieron allí. Y tienen la misma y amarga queja que la mayoría de los veteranos. Al volver, nadie se ocupó de ellas, ni de su salud psíquica y física. En total, fueron como 150, las mujeres que tuvieron participación.

Todo lo que faltaba en 1982
Patricia Lorenzini tenía 15 años cuando se inscribió para ser enfermera y 16 años cuando fue destinada a Puerto Belgrano en 1982. Hablamos de una época en la que no había democracia, tampoco derechos humanos, y mucho menos conciencia de género. Súmenle el contexto de guerra y tienen un combo muy peligroso: “No había ningún organismo que defendiera al género, comenzó diciendo Lorenzini.
Y añadió Dora sobre ese tiempo: “No contabas, no hablabas, todo se callaba. Éramos chicas y no teníamos hace 35 años la viveza que puede tener una adolescente hoy. Todos nuestros superiores eran hombres y con los años nos dimos cuenta de lo que vivimos en ese contexto.  Nosotros íbamos para que nos guiaran bien, pero en algunos aspectos fallaron. Recién ahora puedo empezar a contar cosas”.
Lorenzini tiene la palabra “Malvinizar” todo el tiempo a mano porque está convencida de que Malvinas es presente y también futuro: “Después de 29 años, rompí el silencio. Mi miedo se llamaba “Servicios de Contrainteligencia” porque fui amenazada de que no tenía que hablar sobre lo que había vivido ni sobre lo que había visto respecto de los heridos. Sabían donde vivía mi papá y dónde vivía mi mamá y Contrainteligencia iba a estar ahí siempre como una amenaza latente”.
El rencuentro de las excamaradas enfermeras en 2011 las fue animando a contar, a liberarse de esos miedos.
“Nosotros tenemos que Malvinizar. Cada vez que estoy al lado de un veterano me siento más argentina que nunca. Porque vimos cómo llegaron, porque vimos cómo se los ignoró a quienes fueron a dar la vida por nuestra bandera, por nuestra soberanía. Entonces, hay que Malvinizar, hay que dar a conocer esto en las escuelas, en los barrios. Yo no paro de hablar de Malvinas, me demanda tanto que estuve a punto de enfermar”, reflexionó Lorenzini.
“Hemos visto muertos, amputaciones, heridos graves. Lo que nunca vamos a volver a ver porque fue en ese momento y en esa guerra. Gente mayor que nosotros que nos planteaba cómo volver a sus hogares sin una pierna o sin un brazo o sabiendo que les iban a amputar las dos piernas. Teníamos que estar allí para escucharlos, para contenerlos. Ni siquiera sé de dónde sacábamos las palabras para decirles que todo iba a pasar, pero a nosotros no nos contenía nadie”, completó Dora.
Hubo entre esas mujeres, algunas que quisieron quitarse la vida después de Malvinas. La falta de contención era enorme.
Hoy, luchan por el reconocimiento dentro del marco de la ley, de los derechos que les asisten como veteranas de guerra, y de los convenios internacionales. Son heroínas, anónimas, pero dignas de reconocimiento.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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