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Cómo controlar el enojo… ¡qué temita! ¿no?

Por: Adriana Felici (Periodista, directora sección En Familia)

¿Qué hacer cuando estamos enojados? ¿Le damos rienda suelta o tratamos de controlarnos? Partiendo de la base de que el enojo es una emoción, la Lic. María Sol Altamira (MP 3151) de Nuevos Tiempos considera: “Las emociones son la brújula existencial que indica el camino único de cada uno pues constituyen señales auténticas de quienes somos y quienes queremos ser”. “Son –puntualiza- la raíz de toda vocación, la sustancia de cada pasión y el combustible que nos mantiene en acción para alcanzar los logros personales. Sin embargo también suelen ser el motor de grandes infortunios y hechos dolorosos de la vida”.
Altamira destaca que todas las emociones son un instrumento valiosísimo que nos brinda información existencial; son algo así como el sexto sentido que nos permite percibir lo importante de nuestra vida. “Ahora bien, del repertorio de emociones que ponemos de manifiesto en nuestra cotidianeidad, hay uno que nos pone en situaciones de conflictos: el enojo, que junto a otras emociones como la vergüenza, la culpa, miedo o tristeza conocemos como emociones displacenteras activando en nosotros respuestas de defensa”, puntualiza.

Un desafío
“Miguel  de Cervantes decía que nuestros peores enemigos; los que debemos combatir en primer lugar, viven en nosotros mismos. Éste es el desafío ante el que nos pone esta emoción”, prosigue Altamira. Y subraya que esto puede ser una invitación a indagar en nuestro interior para poder discernir: ¿Qué me enoja cuando respondo de esta manera? ¿Qué otra emoción se encuentra presente? ¿Se tratará de tristeza que no he sabido o no me animo a poner de manifiesto? (“Hoy la tristeza goza de mala prensa en cuanto a las expectativas culturales de nuestra época”, acota la profesional). ¿Tendrá que ver con la frustración ante la imposibilidad de que las cosas o situaciones sean tal como yo espero? ¿Se tratará de la manifestación de un pensamiento sobre algo que me lleva a reaccionar con mayor intensidad?

Modo “defensa”
La psicóloga asevera que cuando nos enojamos se activa en nosotros el “modo defensa”: una preparación biológica para una respuesta de emergencia; una “reacción de lucha o huida”. “El problema es que cuando estamos en situación de enojo la pasamos mal, no dormimos bien, no hacemos bien la digestión, se nos altera el sistema inmunológico, tenemos pobre desempeño y a la corta o a la larga dañamos nuestro sistema cardiovascular”, advierte, y agrega: “Uno de los errores en los que solemos caer es creer que son los acontecimientos externos los que disparan nuestra respuesta, cuando en realidad es la percepción- la lectura que hacemos de las situaciones- la que activa esta emoción”
La propuesta positiva es aprender a reconocer todas estas emociones para así poder resolver saludable y creativamente nuestros enojos. “Para lograrlo es imprescindible el camino del conocimiento de uno mismo. Cada día podemos acceder a herramientas que nos permitan lidiar con momentos críticos”, asegura la profesional y brinda algunos ejemplos de la vida cotidiana.

Situaciones
 Se puede calmar la ira haciendo un cambio de enfoque en el momento de experimentar este sentimiento. Y aunque quizá lo primero que pensemos es que es imposible –ciertamente la ira es un estado irracional- las siguientes recomendaciones podrían ayudarnos a lograrlo:

  • Distraerse: Es cierto que cuando estamos inmersos en un gran enojo es casi imposible poner la cabeza en otro lado, pero aun así se sugiere pensar en otra cosa. Un buen recurso es hacer una operación matemática.
  • Esperar.  No reaccionar en el momento exacto del enojo. Esperar un rato. Algo así como el famoso y viejo “contar hasta 10”. 
  • Cambiar el enfoque: Tener compasión por quien nos agrede o por los que nos provocan enojo. “Pensemos que quizá el origen de su actitud es la ignorancia o sus propios problemas. Está comprobado que cambiar el enfoque negativo hacia uno compasivo hace que nuestra mente experimente sentimientos más positivos”, subraya Altamira y apunta que las neurociencias destacan que lo importante es reenfocar la situación. No se trata de bloquear la ira porque esto puede ser contraproducente (los sentimientos que se guardan pueden desembocar en enfermedades futuras). “Como el budismo y otras tradiciones lo señalan, la empatía y la compasión son la clave para modificar el sentimiento de ira. Está comprobado que cuando experimentamos compasión se produce en nuestra mente la frecuencia vibratoria más alta”, concluye.

Para la reflexión
El viejo le explicó al niño:
- Hay dos lobos luchando dentro de ti. Uno está lleno de ira, amargura, resentimiento y deseo de venganza; el otro está lleno de amor, gratitud, generosidad, compasión e indulgencia.
- ¿Y qué lobo crees que ganará? Pregunto el niño al viejo.
- El que tú alimentes, contestó.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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