Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
La soledad, el abandono y la incomprensión son algunos de los retos que deben enfrentar quienes llegan a la tercera edad. Contra esas dificultades buscan batallar un equipo recién formado con grandes ideas y desafíos por delante.
La propuesta original fue de María Isabel Vidal, propietaria de la institución geriátrica El Paraíso, ubicada en Ruta 9 Km 751. En su trabajo diario notaba cómo los abuelos esperaban con ansias la llegada de familiares y en otros casos, sólo contaban con la compañía de las enfermeras y demás habitantes del hogar.
Así fue que compartió su inquietud en Facebook y de a poco, comenzaron a arribar manos dispuestas a ayudar. Luego se creó un grupo de WhatApps en el cual se incorporaron aquellos que querían formar parte del proyecto. María se convirtió en fundadora de una organización pensada para dar amor.
Los cofundadores son Luciano Deangelis, Camila Gallardo, Romina Cejas, Estefanía Cejas, Carla Brandalise, Mirian Vaca y Verónica Guzmán. Ellos serán los encargados de guiar a los padrinos y madrinas, recibir las consultas, capacitar a los nuevos voluntarios, entre otras actividades.
Días atrás se dieron a conocer a los medios para mostrarse a la sociedad y explicar sus objetivos. Una de las metas que se propusieron es “fomentar el intercambio intergeneracional, interpersonal y las relaciones de mutuo aprendizaje entre los adultos mayores y los voluntarios”.
Si bien hace un mes que se reúnen cada lunes tienen propuestas consolidadas. Posterior a la conformación de la comisión, elaboraron un reglamento que todo colaborador debe cumplir siendo el compromiso, el amor y el respeto, los pilares fundamentales.
El paso siguiente es la capacitación que brindarán antes de llevar a cabo los primeros encuentros con sus apadrinados. Hasta el momento los interesados superaron las expectativas de los miembros del grupo y la próxima semana está previsto la primera jornada de información.
La etapa que sigue es la evaluación a lo largo de 30 días para que pongan a prueba sus habilidades y compromisos. Los fundadores darán el visto bueno si las personas cumplen con los requisitos para ser incorporadas a la base de datos.
Para ayudarse mutuamente, los padrinos dispondrán de una hoja de ruta en la que dejarán sentado anotaciones de cada visita para ser consultada por otros y anoticiarse de la situación de cada abuelo. Esta herramienta también será utilizada como control de asistencia ya que los propietarios de la institución a la que asistan, firmarán la planilla.
Cada colaborador contará a su vez con una credencial para ser identificado con el grupo y llevar tranquilidad a cada lugar que visiten. En la búsqueda de personalizar la experiencia con los adultos mayores, elaborarán una planilla de datos de consulta en la que figurará no sólo información básica sino también gustos e intereses que posean.

Seguir escribiendo
“Alas para un libro” responde a una premisa de que cada uno de nosotros somos un libro y hasta el último día de nuestra vida escribimos en él. Acercarle oportunidades a quienes lo requieran es el motor del proyecto, las alas representan por un lado a los voluntarios y por otro, las instituciones que abren sus puertas.
Luego de nombrar el grupo, María Isabel y su equipo eligieron el lema que guiarán los pasos a seguir: “media hora de amor, puede alegrar un corazón”. Leer, jugar, tomarse de la mano, compartir una charla, esos pequeños gestos que son tan simples y muchas veces tan necesarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario