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Despidieron los restos mortales de Maru Cadamuro y a su hijo le imputaron femicidio


Finalmente fue el esposo de la mujer, Pedro García, quien dispuso del cuerpo de la mujer para darle sepultura y rodeado de sus amigos.

Finalmente fue el jueves, momentos antes del anochecer,  cuando se procedió a despedir los restos mortales de María Eugenia Cadamuro. Fue en la empresa Brandalisi de calle Paseo del Huerto y el servicio fue arreglado por el marido de Maru, Pedro García.
De a poco, fueron acercándose a despedir a la mujer de 46 años los afectos que cosechó en vida. Claramente, estuvieron sus íntimos: Sergio Centini, Norberto Solovey, Susana Dolci, Micha Colautti, Isabel Cisterna, Luis Nievas, Ana Ponce, entre otros, quienes fueron los que motorizaron la búsqueda inicial el 16 de marzo por la noche y quienes no le quitaron los ojos de encima a la causa ni un momento.
Como la ceremonia se concretó a cajón cerrado, se colocó un collage de fotografías a uno de los laterales del ataud, y una fuente con frutas del otro lado (una costumbre que es propia de otros países y que fue ordenada por el marido de Maru).
El primer familiar que se hizo presente fue Víctor Hugo Cadamuro, el hermano mayor de María Eugenia, y a quien se vio conmocionado durante la despedida. Víctor Hugo recordó que María Eugenia fue la única que se acercó a brindarle su solidaridad, tras un problema por el que atravesó el año pasado, y que por esos gestos iba a ser inolvidable. Más tarde llegaría Guadalupe, hija de Maru, con sus amigas ya que se le retrasó un vuelo desde Buenos Aires donde estuvo haciendo unas diligencias.
También se acercaron los amigos de militancia política de Maru, muchas de ellas históricas referentes del Justicialismo local que fue el espacio que eligió la mujer para militar brevemente durante el año 2007. Ellas recordaron su enorme compasión hacia el prójimo y las cosas que hizo por los más vulnerables.
También se hicieron presentes sus compañeros del colegio Sarmiento, quienes recordaron la infinidad de travesuras que hicieron juntas durante la adolescencia.
Más allá de la tristeza propia del momento, la mayoría eligió lindas anécdotas para recordar a esta mujer corajuda, emprendedora, de carácter, pero que encontró la muerte de manera injusta y repentina.
El entierro se iba a producir al cierre de esta edición en el cementerio de Jesús María de barrio Latinoamérica, aunque el marido de Maru anticipó que la última voluntad de su mujer fue que sus restos se esparzan en alguna playa de Miami, voluntad que cumplirá cuando la Justicia apruebe la cremación de sus restos, probablemente dentro de un semestre.

Imputado, más complicado
La otra noticia de la semana, conocida un día antes del sepelio de la mujer, fue el cambio de carátula en la causa que investiga la muerte. A Jeremías Sanz ya no le imputan secuestro sino homicidio agravado por el vínculo, por violencia de género (femicidio) y por uso de arma de fuego.
Lo curioso en este cambio de carátula es que se haya utilizado la figura del femicidio ya que, generalmente, se cree que es una figura que se aplica a los crímenes cometidos contra mujeres por parte de sus parejas  o exparejas (sean formales o informales) y en este caso se consideró para la relación entre un hijo y su madre.
Cuando menos diez testimonios sirvieron como base para esta decisión que tomó el fiscal, incluido el de un familiar muy cercano.
Para Almeida hay suficiente material probatorio de que el hijo profirió contra su madre amenazas de muerte y agresiones físicas previas a la aparición de su cadáver en el campo donde fue hallada.
El temor de ella hacia su hijo llegó al extremo de que narró a sus amigos de que planeaba comprar gas pimienta, incluso un arma de fuego, y también colocar alarma en su domicilio particular. Previo a esas confesiones, ya había hecho colocar trabas en todas y cada una de las aberturas de la casa y se mostraba nerviosa y asustadiza.
Uno de los testimonios recolectados en la causa señala que en una ocasión en que María Eugenia salió con su hijo hacia el campo de propiedad de la familia dio expresas instrucciones de llamar a la policía en caso de que no retornara en un lapso de dos horas. Otros testimonios coincidieron en que un día tomó a su madre por el cuello y la levantó hasta una pared.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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