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Redescubren molino harinero de la vieja estancia Sinsacate

El grupo Speleo Túnel la ubicó a unos 200 metros del Camino Real, enterrado, y con su edificio original convertido en vivienda.

El grupo de espeleólogos agrupados en la ONG Speleo Túnel descubrió, recientemente, la ubicación exacta del molino harinero que perteneció a la estancia Sinsacate y que fue construido en los primeros años de 1700. Durante años se pensó que ese molino debía estar en el traspatio de la Posta de Sinsacate, pero sin ningún tipo de vestigio concreto ni ningún tipo de ruina que justificara la creencia.
Un poco la casualidad y otro poco la curiosidad llevó a los espeleólogos a prestar atención a una vieja casona ubicada sobre el camino a Belén, a unos 200 metros al oeste de la Posta. De inmediato se les reveló que se trataba de una construcción colonial y, tras un relevamiento de la construcción, pudieron distinguir las partes originales del edificio respecto a los agregados, las reformas y sus faltantes. También se relevó el entorno, se tomaron niveles y se examinaron los “añadidos” modernos en la parte posterior del edificio hasta llegar a la reconstrucción en planos del sistema hidráulico ya desaparecido.
En la construcción pudieron observarse ladrillos artesanales ubicados en hiladas, entremezclados con piedras entre esas hiladas, mortero de argamasa, presencia de mechinales (Tapados), e inclusiones en las juntas de fragmentos de tejas, tejuelas y ladrillos. La mayoría de las construcciones coloniales que sigue en pie en Córdoba utilizaban idéntica técnica constructiva.
Speleo Túnel elaboró un informe que está entregando por estos días a la Agencia Córdoba Cultura para que incluya la casa del molino en su base de sitios arqueológicos y también entregará otra copia al director de la Estancia Jesús María para que gestione ante la Comisión Nacional de Monumentos y Sitios Históricos que adose este sitio a la Posta, para que quede protegido.
Paralelamente, esta ONG abocada a la investigación y protección de sitios subterráneos antiguos y otras ruinas halladas en superficie que no están catalogadas ni protegidas, se abocó a recuperar algunas piezas de la maquinaria del molino original y logró que los propietarios de esas piezas las donen al museo. Habría varias “muelas” de piedra y aros de hierro forjado que formaban parte del engranaje listas para adosar a la parte del molino que está enterrado y que van a volver al sitio original.
“Nos parece que es un hallazgo muy importante porque, salvo edificios religiosos o que pertenecieron a los jesuitas, no hay casi vestigios de la construcción colonial en Córdoba. Encontrar una ruina colonial en este estado de conservación es muy valioso”, señaló Sergio Tissera, integrante de Speleo Túnel.
“Si encontramos -añadió Tissera- una ruina, patrimonio no lo tiene, nadie sabe lo que es, nosotros tratamos de descubrir quién lo hizo, para qué y, si tiene cierto valor histórico, lo pasamos a Patrimonio (provincial) para que lo rescate, lo proteja, como puede ser en este caso con el molino de Sinsacate”.

El tesoro subterráneo
A los integrantes de Speleo Túnel les llamó mucho la atención la presencia de un arco de ladrillos (tapiado) bajo el vano de una ventana. Y por un orificio que había debajo de ese arco procedieron a introducir una cámara sonda con la que se constató que existía un espacio semi-subterráneo bajo el piso de la edificación que había sido rellenado con tierra y escombros.
Según se pudo visualizar, existe un espacio rectangular bajo el piso actual de la casa, que abarca gran parte de la construcción. El piso de la casa no es original, sino que es un estucado de cemento sobre ladrillos puestos de plano y que se asentaron sobre el relleno de la cavidad, que luego cedió con el tiempo hasta dejar el piso “en el aire”.
Este espacio semi-subterráneo no es otra cosa que el cárcavo o canal del molino, donde estaba alojado el rodezno y circulaba el agua que ingresaba por la parte posterior y que lo hacía girar; y finalmente salía por la parte anterior a través del arco. Este cárcavo no era de bóveda en cañón corrido como los molinos de Santa Catalina, sino que debió tener un entarimado de madera para separar la zona hidráulica (Donde estaba el rodezno y el árbol o eje) de la de molienda (donde se alojaban las piedras de moler) como los molinos jesuíticos de Caroya o Alta Gracia.

Fuente: La Voz del Interior
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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