El tiempo dirá si habrá Justicia para María Eugenia Cadamuro, si hallaremos a los culpables de semejante homicidio: cobarde, artero, premeditado, alevoso.
La investigación judicial dirá si, finalmente, su hijo Jeremías Sanz fue el autor material e intelectual del crimen o si participaron más personas durante y con posterioridad al asesinato.
También dirá si faltaron a la verdad sus familiares, si encubrieron, si fueron cómplices en alguna medida.
El tiempo dirá también si la motivación fue económica, y en qué medida contribuyeron las desaveniencias familiares en el fatal desenlace. Todo es hoy materia de investigación, una etapa que no está clausurada, que no está definida, a la que le faltan cuanto menos un semestre antes de tener una elevación a juicio.
Hay, claramente, una condena social previa a la que será la condena judicial. No podemos ser cándidos en este sentido, sobre todo por los indicios que fue dejando a lo largo de estos tres meses el único imputado que tiene la causa. Para una gran porción de la sociedad, ya existe un responsable, un criminal y contra eso nada podemos hacer quienes mediamos entre la información y la gente.
En este doloroso proceso que vivimos como comunidad, quienes comunicamos tuvimos que aprender que la gente no prefería un show ni la espectacularidad a la que nos acostumbran los grandes medios. En la nacionalización del problema, asistimos a errores garrafales y confusiones por parte de periodistas que pretendieron contarnos qué pasaba, pero a 750 kilómetros de distancia.
Y si, en los primeros días de desaparecida Maru, circulaba morbo y basura y se viralizaba en audios y otros formatos, con el correr del tiempo mucha gente prefirió detenerse a pensar que se trataba de una mujer por la que mucha gente se mostraba dolida, en especial, sus amigos.
Piden algunos justicia divina, pero la justicia de los hombres será suficiente para traer paz y tranquilidad.
Ambas justicias son necesarias ,la divina y la humana ...a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar.
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