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El peor final para Maru: estaba muerta en un campo del norte

Los datos preliminares suponen el uso de una escopeta para ultimar a la mujer en un campo que su hijo, Jeremías Sanz, alquilaba junto a dos amigos. Hay varios encubridores del hecho.

La causa que investiga la muerte de María Eugenia Cadamuro llegó a un callejón sin salida y con preguntas claves para el principal sospechoso de esa muerte, Jeremías Sanz (21), hijo menor de la mujer.
¿Por qué mintió cuando declaró ante la ayudante fiscal falseando todos los datos sobre horarios y lugares donde estuvo el 15 de marzo? ¿Por qué estaba enterrado y dentro de una bolsa el cadáver de su madre en el campo que él alquilaba en el kilómetro 789 de la ruta nacional 60?
Sanz, preso desde los primeros días de abril en el penal de Bouwer, nunca se presentó a formular la ampliación de su declaración indagatoria. De hecho y como era presumible, cuando se le notificó su imputación se abstuvo de declarar y de su boca no volvió a salir nada más que lo que había declarado cuando ni siquiera era sospechoso por la desaparición de su madre.
Ahora, enfrenta la posibilidad cierta de que cambie la carátula de la causa y pase de secuestro a homicidio calificado por el vínculo. De hecho, se le había imputado privación ilegítima de la libertad, precisamente, porque María Eugenia no aparecía. Si le imputan ese delito, la pena para él podría ser de prisión perpetua: 35 años.

Encontrar a Maru
La otra pregunta que queda flotando es por qué se precipitó todo durante la semana pasada. Sencillamente porque la Fiscalía recibió el dato sobre este campo del que no sabía que estaba arrendado por Sanz y dos amigos más.
Entonces y con la venia del propietario, ingresó la policía y detectó señales de tierra removida debajo de un algarrobo bastante añoso. Después, el fiscal pidió la orden de allanamiento correspondiente y procedieron a cavar debajo de ese árbol. A los 50 centímetros apareció una zapatilla de Maru, más abajo aparecieron dos pares de guantes, cartuchos (presumiblemente de escopeta) hasta que, finalmente y a un metro cincuenta de profundidad, apareció el cadáver de María Eugenia dentro de una bolsa de gran tamaño y tapado con una especie de manta.
La bolsa impidió que emanara olores fuertes, pero el cuerpo tenía un estado de descomposición avanzado compatible con la fecha en la que desapareció. Es probable que esa última llamada que hizo Maru el 15 de marzo a las 20:20 la haya hecho desde allí sin sospechar que le aguardaba la muerte, momentos después. Tampoco se descarta que el homicidio haya ocurrido en otro lado y que el traslado final haya sido hacia ese lugar.
Maru fue reconocida por sus tres tatuajes, por la vestimenta que llevaba puesta, y por su contextura física. Personal de Bomberos Voluntarios de Villa del Totoral procedió a “levantar” el cuerpo para su correcto traslado a la morgue judicial de la ciudad de Córdoba donde este lunes le practicarían la autopsia.
Con el informe oficial del perito forense, el fiscal José Raúl Almeyda decidirá cómo continúa la causa. Almeyda tiene la certeza de que hubo, cuando menos, encubrimiento por parte de cinco personas del entorno de Jeremías Sanz. Algunos tendrían excusa absolutoria y no se les podría imputar encubrimiento, pero a la mayoría les cabría la figura de falso testimonio. De todos modos, eso no es esencial.
La noticia sobre el descubrimiento del cuerpo sin vida de  Maru colmó de dolor a sus amigos y a su marido Pedro García sobre quienes no queda ninguna duda de que la querían bien. Para nuestra región, acabó el capítulo que más conmocionó a la comunidad durante 92 largos días.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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