Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)
Luego de las inundaciones de 2015 y el desborde de los ríos fueron muchos los debates, aún inconclusos, acerca de las acciones a llevar adelante para intentar reducir el impacto de las intervención del hombre sobre la naturaleza en la zona. Las últimas discusiones se han dado en torno a la realización de diques en la zona de Sierras Chicas. Entre estos puntos de vista, el ingeniero agrónomo del Instituto Nacional de Tecnología Agroindustrial (INTA)-Jesús María, Raúl Candela sugiere “pensar una caja de herramientas que se complementen”. “Nada por sí solo va a dar una solución ante ese escenario de vulnerabilidad”, plantea acerca de la expectativa que se puede crear en torno a una represa. En esa línea, habla de realizar “curvas de nivel en los campos”, entre otras medidas.
Antecedentes. Luego del anuncio del 4 de abril realizado por el gobernador Juan Schiaretti acerca de la construcción de un dique en el río Carapé hubo diversas miradas y espacios de debate abiertos. La propuesta, había explicado el mandatario, tenía que ver con la financiación, por parte de Nación y Provincia, de una obra de más de 140 millones de pesos para reducir el impacto del desborde de los ríos en la zona baja. El dique seco se ubicaría sobre el río Carapé, al oeste de Ascochinga, en un área de veinte hectáreas.
Rápidamente, vecinos de La Granja y zonas aledañas presentaron observaciones acerca del impacto ambiental y la afectación a vías de comunicación utilizadas por la gente del lugar. Esos reclamos derivaron en dos reuniones junto a funcionarios provinciales y con técnicos de la Universidad Nacional de Córdoba, en Sierras Chicas primero, y en Jesús María, después. Uno de los planteos principales de los vecinos serranos se centró en que realizar esta obra sin revisar las prácticas agrícolas y la planificación urbana en la zona media y baja es cuanto menos insensato.
Para Candela se pueden realizar otras varias intervenciones para comenzar a mejorar el escenario actual. “Un punto importante sería realizar un plan con los productores para realizar curvas de nivel en la zona media, donde hay pendiente de tres, cuatro, cinco por ciento”. El agrónomo insiste en que esto debe realizarse de forma coordinada “para que se regule el avance del agua en épocas de lluvias intensas”.
Otra práctica importante a realizar sin perder más tiempo es “la forestación y el empaste de los cauces temporarios, por donde corre el agua cuando las precipitaciones se intensifican”. Esos cursos “han sido modificados y es sumamente necesarios que cumplan su función, de ir regulando el avance del agua”, enfatiza. La misma tarea sería importante en cercanías de los principales cursos de agua. En esa línea propone “incentivar la rotación de cultivos, incorporar gramíneas” también en pos de mejorar la situación de los suelos.
Candela recuerda que en la década del 30 o del 70 “ha llovido más de mil milímetros”. “Eso no es algo nuevo, lo que cambió es la práctica productiva, la cobertura del suelo, que pasó de bosque a pasturas y de eso a cultivo anuales; además de la urbanización incluso hasta el borde de los ríos. Lo que tenemos que hacer con este panorama actual es poder utilizar de forma coordinada todas las herramientas posibles para reducir ese impacto y no creer que una gran obra va a solucionar todo”.
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