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Simplismo total: culpar a los padres

Cada vez que se conoce que hay descontrol en fiestas de jóvenes, la salida más fácil es culpar genéricamente a los padres por desconocerlo.

Si alguien en una fiesta, a poco de ingresar, es recibido por alguien que vocifera que tiene para ofrecer “keta, extásis, superman, lsd, o cocaína”, quiere decir que alguien mucho más importante hizo la vista gorda.
Ninguna venta de drogas en un evento masivo es posible sin la complicidad de las fuerzas de seguridad, sin que se haya pagado una cifra importante para que los agentes de seguridad hagan la “vista gorda”.
Lo que ocurrió en Costa Salguero se debate en estos días porque el saldo fue trágico, porque hubo jóvenes a quienes se les truncó la vida o el futuro por consumir un veneno letal.
Pero cuántas Time Warp u otras fiestas similares hubo antes, sin saldos trágicos, pero con jóvenes con la cabeza “volada” de tanto ingerir porquerías. Y cuántas de esas fiestas contaron con la complicidad de las fuerzas de seguridad. Cuántos funcionarios fueron coimeados para mirar para otro lado o para hacerse los distraídos.
La Time Warp de Costa Salguero duele porque esos jóvenes no merecían morir porque nunca un joven merece morir por consumir sustancias psicoadictivas.
Y la salida más fácil es echarle la culpa a los padres: señalarles que eso pasa porque no ponen límites, porque están lejos, porque no los escuchan, porque no están atentos, porque no son cariñosos, porque no saben lo que sus hijos hacen, y un montón de reproches y señalamientos más.
Nadie se pregunta por qué, cada vez más jóvenes, deciden iniciarse en los caminos del exceso, o qué encuentran de excitante en perder la conciencia en una borrachera o en un cuadro alucinógeno. Nadie se pregunta por qué los jóvenes tienen una conducta tan autodestructiva.
La presunción es que viven como si no hubiera futuro, con esa desesperanza. Tal vez, porque el futuro que estamos preparando los adultos no tenga demasiado de interesante ni mucho menos de trascendente para ellos, tanto que ni siquiera la vida resulta razón suficiente.­­­
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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