Como en todos los órdenes de la vida, hay productores de vid que le pondrán “el pecho” a esta magra vendimia. Son los que no quieren salirse del negocio, los que siempre ven futuro en la vitivinicultura, los que no quieren salirse. La uva y el vino son para ellos la sal de la vida, son pasión antes que razón y antes que negocio.
Y hablando de negocio: ya se estima que las pérdidas de este año orillarán los cuatro millones de pesos, que se habrán perdido irremediablemente 600 mil kilos de uva, y que algunos ya no tendrán entusiasmo en seguir manteniendo la vid.
Claro que hay casos raros, como la aparición de dos nuevos productores con apellidos que nada tienen que ver con la tradición caroyense: Vivas y Ruiz, que han decidido hacerse cargo -cada uno por su lado- de viñas que otros locales habían decidido abandonar.
De todos modos, la producción de vid sigue siendo de entre 100 y 105 hectáreas, una cifra que parece exigua, pero que representa el 90 por ciento de lo que se produce en Córdoba.
Entre los enólogos cunde la preocupación por este tercer período complicado.
Todo eso, que suele comenzar a aplicarse en septiembre, interfiere con el período de floración y brotación de las vides que este año llegó a su máxima expresión. Sin contar que las hojas se retuercen como si las hubiesen quemado.
“Hay productores que me dicen ‘Santiago, si seguimos así nos quedamos directamente sin plantas dentro de tres o cuatro años”, señaló Lauret. Al ser consultado por este semanario.
Su colega Gabriel Campana, por su parte, se refirió a las posibilidades de elaboración en función de la cosecha que se logrará este año: “Las plantas ya venían con una carga bastante menor a las del año pasado. Tendremos que tratar de diseñar productos coherentes con la calidad de la uva que obtengamos, pero la realidad es que estamos complicados”.
La ingeniera agrónoma Daniela Mansilla aportó: “Ya veíamos menos carga en las plantas como consecuencia de malas situaciones ambientales y sanitarias, pero también en la primavera anterior la afectación por herbicidas hormonales hizo lo suyo para que haya menos volumen y madurez. La otra contra es que este año también los insumos de producción aumentaron mucho”.
Seguir en la lucha
“La cosecha de este año viene tan complicada como la 2015. Además, hay que tener en cuenta que las plantas vienen con menos producción y las pérdidas las estamos calculando entre un 50 y un 60 por ciento. Y venimos de dos años iguales por lo que las plantas están bastante sentidas por eso”, resumió Silvestri sobre la vendimia 2016.
Otro productor, Danilo Fantini, también se refirió con excepticismo al resultado de la cosecha de este año: “La inestabilidad de la primavera (2015) definió que hubiese muchos problemas en el cuaje y la floración y, paralelamente, las lluvis de febrero definieron que hubiese pérdidas por sí mismas”.
La emergencia vitivinícola
Paralelamente, el Concejo Deliberante viene concluyendo el articulado de una norma que también restringa el uso de los otros herbicidas hormonales volátiles dentro del ejido de la ciudad.
Y se gestiona ante el gobierno de Córdoba otro tipo de auxilio. Después de todo, la uva hace a la historia de Caroya y a la de nuestra economía regional.
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