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La complicada historia de los “fondos buitres”, y porqué hoy estamos donde estamos

Para entender el problema de “los buitres”, primero tenemos que entender un poco de nuestra deuda externa y su reestructuración.

Por: Sol Minoldo (Doctora en Ciencias Sociales, Investigadora de CIECS-CONICET )
Del endeudamiento al default
Sin entrar en el tema de cómo se gestó esa deuda, y por tanto en la discusión sobre su legitimidad, lo cierto es que su peso en los 90 no solo fue creciendo como respecto de lo que se producía en Argentina (nuestro PBI) sino que peso de las obligaciones regulares se iba haciendo cada vez más significativo en relación con el volumen de recursos fiscales, que iban reduciéndose en un contexto de recesión. Como en la convertibilidad, además, el modelo económico requería que NO se emita dinero, si esa carga resultaba en un déficit fiscal (a pesar de los ajustes de gastos constantes), la única que quedaba era pedir más deuda. Y ahí es donde los acreedores podían decirte cómo tenías que hacer las cosas como Estado para que a ellos les parecieras confiable para prestarte. Y si no conseguías ser confiable y tenías un riesgo país por las nubes, te prestaban, pero a tasas de interés que entorpecerían el paso de Arsat. Más ajuste empeoraba la crisis, reducía más los gastos fiscales, y el peso de la deuda iba creciendo. Y así se fue complicando, hasta la crisis del 2001, y ese año nuevo en 2002 en que los presidentes duraban menos que el helado en mi casa, y uno de ellos, antes de irse, declaró el default.
Del default a la reestructuración de la deuda
La deuda en default no se pagaba, lo que implicaba: que se acumulaban intereses y atrasos (que son como multas por no pagar a término), y que por supuesto, no podíamos pedir ya prestado ni un caramelo. El tema no era solo poder volver a pedir, algo menos urgente cuando no se paga (lo cual nos daba un aire de un par de monedas). Pero así las cosas, también era difícil que el país fuese económicamente estable y predecible como para que los capitales decidan invertir acá, y se produzca, y haya trabajo, y todo eso. Cierto que salir del default también podría haber implicado impugnar parte de la deuda, pero como dije al principio, ese es otro tema, bastante largo por cierto. En el año 2005 la deuda era ya de 191 mil millones y representaba el 87% del PBI. La reestructuración de la deuda fue un acuerdo en el que proponíamos volver a pagar, pero a cambio le pedíamos a los acreedores una quita del valor de intereses y atrasos acumulados. La negociación no afectaba toda la deuda, sino una parte que eran más de 90 mil millones. El 76% de nuestros acreedores aceptó y se le canjeó la deuda que tenían por otra: la deuda reestructurada. A partir de entonces, se pagaba la deuda reestructurada, y el resto, seguía en default. Esos acreedores que quedaron fuera del canje, y permanecieron en default, son los famosos Holdouts.
Griesa y la interpretación de la cláusula pari passu
Y ahí Argentina comienza a hacer lo que el juez Griesa considera una falta, que es tratar de manera desigual a nuestros acreedores. A unos les pagamos y a otros no, y eso violaría la norma “pari passu” (trato igualitario). Esta interpretación de la norma fue en sí misma un escándalo a nivel internacional y en el mundo financiero: si se aplicara siempre, para cumplir con esto, ningún país podría reestructurar su deuda a menos que el 100% de los acreedores acepte (algo difícil), ya que nadie querrá aceptar la negociación si sabe que cobrará más dinero no negociando. Ya había habido otro canje en 2010, y el resultado fue que solo el 7% no canjeó su deuda. O sea que nos quedaba un 7% de deuda en default, sin pagar, y que es la que hoy el fallo de Griesa dice que debemos pagar al contado y sin quita. Algunos economistas (incluyendo a Sturzenegger en 2012) opinaban , al principio del conflicto, que una forma de no violar la cláusula de trato igualitario habría sido que el canje permaneciera abierto (o se reabriera), y que todo aquel que quisiera cobrar pudiera, pero en las condiciones del canje.
Las peleas con Griesa
Ese es el fallo, y después, viene lo de si un fallo se puede cumplir, cómo, y por tanto, la negociación. Mientras Argentina dijo que no pagaría un peso más a los que no entraron en el canje y ofreció reabrir el canje (pero esta vez con otra jurisdicción legal para la deuda y rechazando asumir las costas de los juicios iniciados, que debían ser desistidos por quienes quisieran canjear) del otro lado el juez comenzó con las medidas punitorias, por incumplimiento del fallo. Ahí es donde viene esa parte de la novela en la que mientras se apela esto y aquello, se nos quiere embargar por aquí, no se nos deja pagar por allá, y todo se pone muy complicado.
Las dificultades para negociar: ”Ruffo” y “Me too”
Pero a la vez ocurrían otras dos cosas que le ponían espinas al contexto. La cláusula Ruffo, que tenía vigencia hasta diciembre de 2014, era un compromiso asumido por argentina con los acreedores que canjearon su deuda. Era una cláusula de acción colectiva, que implicaba que si dábamos un trato mejor a uno, se lo teníamos que dar automáticamente a todos. Entonces, si pagábamos el 100% a los litigantes, los acreedores reestructurados podían pedirnos lo mismo para ellos, y ahí la deuda argentina podía crecer exponencialmente en serio (porque había que pagar lo que antes se había negociado como quita). O sea, hasta que la cláusula Ruffo no se venciera, no quedaba otra que proponer un pago con las mismas condiciones canje, hiciera lo que hiciera Griesa en caso que los holdouts no aceptaran. En 2015 la cláusula Ruffo termino su vigencia, y se podía pagar sin afectar el resto de los compromisos. Pero lógicamente antes de hacer una oferta hay que saber cuánto dinero vamos a tener que pagar en total, y eso no estaba del todo claro. Acá viene otra cuestión importante que es la cláusula "me too" (a mí también), por la que otros acreedores que no hubiesen litigado, podían pedir que el fallo se aplique a su caso también, porque era igual de aplicable. Importante aclarar, este crecimiento de la deuda del fallo no se evitaba pagando el monto del primer fallo. De hecho, si lo hubiésemos pagado lo que pedían, es decir al 100%, a los que se sumarían por me too le teníamos que pagar, si o si, el 100%. El me too se abrió en 2015 y el juez le venía diciendo que sí a todo el mundo, Argentina apelaba, la cámara le decía a Griesa que tampoco era así al tun tun, que pusiera criterios, y al final el criterio que primó fue que, para que el fallo de Griesa te valiera también, tenías que haber mantenido los bonos en tus manos desde 2005. Si los habías vendido y vuelto a comprar, o su los habías comprado después, a llorar al campito.
Que esto de la venta de deuda y los fondos buitre
Ya que mencioné esto de comprar y vender bonos en el mercado, aprovecho a explicar por qué se les llama “fondos buitre”. Los que nos iniciaron el juicio son tenedores de bonos que no se dedican a dar préstamos, sino a comprar en el mercado los préstamos que otros dieron y están apurados por cobrar. Cuando una deuda está en default y no se sabe cuándo se va a comprar o de última si se va a cobrar, los que la tienen pueden preferir venderla por menos de su valor nominal. Cuanto más negro se vea que el bono se cobre, más barato va a ser el bono, igual que si falta mucho para cobrar. Los bonos de deuda pública pueden cambiar de manos y si venden en el mercado, los puede comprar cualquiera menos el deudor (o sea que es re ilegal que argentina, en vez de pagar, vaya y compre su propia deuda de 100 mil pero pagando 30 mil pesos). Ahí entran los buitres, por la metáfora carroñera. Porque aprovechan esas coyunturas en las que se pudre todo para ir a sacar partido. Compran deuda en default y después, con paciencia, van a intentar cobrar el 100 del capital, con intereses, atrasos y todo. Gran negocio. Pero hay que aclarar que no todos los que no entraron a la reestructuración eran necesariamente fondos buitre, sino particularmente los que lograron ese fallo del juez Griesa que empezó el efecto dominó, gracias a la cláusula mee too. Los fondos buitre que nos reclamaron habían comprado la deuda por debajo de su valor nominal, no sabemos, a ciencia cierta, cuánto por debajo. Pero reclamaban el pago entero, en cash, con intereses con atrasos y sin quita. Y ahí es donde eso de trato igualitario fue solo retórica porque, claramente, pagar eso era injusto para los que habían negociado en su momento. Pero eso ya es una discusión más técnica y complicada porque la deuda había sido canjeada, y de esa deuda nueva, nosotros pagábamos todo (sin quita). En definitiva, la discusión más allá de las opiniones del mundo financiero, de los países y demás, se zanjó con un fallo judicial que le dio la razón a los buitres. Una vez agotada esa instancia para discutirlo y con el fallo firme en 2013 que decía que si, que las cosas así estaban, había dos salidas: negociar o esquivar perpetuamente las sanciones de Griesa.
Las salidas posibles al conflicto
Retomando, al fallo inicial de los buitres que litigaron (de 1300 millones), y que ya sumaba en 2015 1850 millones por intereses y atrasos, se sumaron al fallo las deudas con otros holdouts por 6150 millones, sumando en 8 mil millones. Ya caída la cláusula Ruffo y sabiendo el monto final del fallo, la negociación era una alternativa para cerrar este conflicto. Pero negociar no significa ir y pagar todo. Sino pagar lo mínimo posible para que el juez afloje al asedio con punitorios. Sin punitorios, los acreedores ya no tienen forma de presionar al pago, y les va a convenir negociar para poder cobrar algo. El juez afirmo que estaba dispuesto a sacar las medidas punitorias si argentina derogaba las leyes que sirven para esquivar a jueces como el, y si mostraban voluntad de negociar. Eso implica un contexto de negociación que nos da un margen, porque si los buitres no les gusta lo que proponemos, acá la cosa es que le guste a Griesa. En este marco aparece la propuesta de Macri que es la siguiente: les pagamos en cash todo el capital, y los intereses y atrasos acumulados los pagamos con una quita del 25%. Los que están en default y no recibieron fallo favorable de Griesa también tienen una propuesta (y ahí ya es más discutible de cuán necesario era soltar la mano con eso): se les paga el capital y un 50% adicional, en de concepto intereses. El costo total del negocio se estipula en torno a los 15 mil millones en cash, que se obtendrían pidiendo un préstamo
Sobre la “necesidad” y los riesgos de negociar
Aprovecho aclarar que resolver esta negociación no es lo que nos devolverá la confianza de los mercados. El mundo financiero está bastante preocupado por este negociación, al punto que el FMI repudio el fallo, el gobierno de los EEUU fue a darle apoyo a argentina en el juicio, y la mayor parte del mundo financiero, el que no opera con la lógica de los buitres, se vio más amenazado que beneficiado por esta resolución de la justicia estadounidense. La preocupación que causo fue tan grande que motivó que se reformulen algunas reglas de los mercados financieros para evitar que se repitan fallos como el de Griesa. Así que la cuestión ya no era de imagen, ni de legalidad o justicia, sino que el conflicto lo que suponía eran constantes entorpecimientos de las actividades económicas y financieras de nuestro país que, ahí sí, más de un inversor o potencial acreedor prefería evitarse. El apuro en la negociación, siempre te pone en desventaja. Esta negociación a toda máquina tiene como consigna poder salir a los mercados, es decir, a tomar deuda, y es ahí donde cobran relevancia otras preocupaciones, que ya van más allá del dinero que nos cuesta esta negociación, y tienen que ver con lo que la misma supone. Supone derogar dos leyes que podrían funcionar como un mecanismo de contención para limitar el re endeudamiento externo de los gobiernos (al forzarlos a conseguir la aprobación del congreso). Y por otro lado, supone asumir una deuda para pagar esta negociación, en condiciones que no son para ponernos a inflar globos. Vamos a tomar prestados 15 mil millones a una tasa de interés que en dólar es altísima, entre el 7 y 7,5%. Al club de Paris, que Prat Gay le dijo a Kicillof que negoció tan mal, le pagamos una tasa del 3%. Y esto va a ser solo el principio, como claramente manifestó la actual gestión que no tiene “prejuicios” para endeudarse, y como se deduce de la derogación de las dos leyes que hacen que endeudarse no sea nada más que poner una firma.
Fuentes:
-Los datos de PBI los obtuve de la página del Banco Mundial: http://databank.bancomundial.org/
-Información de datos de deuda externa publica de 1994 a 2015
-La reconstrucción de los capítulos del litigio con los fondos Buitre y las actuales negociaciones la realice a partir de 88 artículos publicados por Telam entre 2012 y 2016, y por artículos de otros años de Telam. También consulté en La Nación para chequear la consistencia de los datos cuando los artículos exponían números. Dejo algunos links, particularmente relevantes para respaldar la info:
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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