Que las víctimas de la dictadura narren sus experiencias sirve para reafirmar el Nunca Más al terrorismo de Estado y de ninguna forma. Los testimonios de Leny Migotti, Mario Rojas, Hilda Bustos y de Enrique Miretti vinieron a iluminar una etapa de nuestra historia reciente y local sobre la que pesaba silencio y oscuridad. Sirvieron para reafirmar el Nunca Más al terrorismo de Estado y de ninguna forma.
No es regodearse en el dolor ni lacerarse el alma recordando lo inenarrable. Es poner en palabras la crueldad, el horror, el salvajismo, para poderlo desterrar como práctica institucional de nuestro país para siempre.
Sumamente saludable fue la propuesta del cuerpo de ediles caroyenses de otorgarles la última sesión a las víctimas del terrorismo de Estado para que puedan poner en palabras lo que se pede poner en palabras sobre esa etapa oscura de nuestra historia.
“Una lleva -añadió Migotti- esa cosa que son sentimientos encontrados con los que uno tiene que vivir. Por un lado, vivir con esa angustia y con esa cosa fea que nos toca y, por otro lado, seguir viviendo esta vida que es maravillosa. Las dos cosas están siempre presentes. Cada año pasan esas cosas dentro de uno. Con un poco de angustia, un poco de bronca, y de la alegría de estar viva porque me podrían haber llevado”.
Mario Rojas, por su parte, narró las viscisitudes de haber estado muy cerca de sufrir un secuestro por militar en la Juventud Peronista de Jesús María y trabajar en barrios carecientes de la ciudad. “A mi me denunciaron y dijeron que mi casa era un campamento subversivo. A mi casa llegaron personas conocidas de la Policía local y de Gendarmería que hicieron la requisa de mi casa. Fui detenido junto a mis hermanos. A partir de ese hecho, cuando me dejan libre, comenzamos a sufrir un aislamiento. Pero después de eso no quise participar más en política hasta muchos años después”, narró.
Enrique Miretti, finalmente, fue el que llevó la peor parte porque estuvo dos años preso y fue llevado a cuanto establecimiento carcelario legal y clandestino existió: “Somos las voces vivas de aquellos compa- ñeros que no están, los mensajeros de aquellos que no pueden hacerlo”. Crudo y conmovedor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario