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Expectativas ciudadanas

Cuando alguien tiene muy alta la vara con la que mide el desempeño de su ciudad, suele ser enrolado como opositor antes de indagar sobre el porqué de su posición.

Está bueno poder decirles a quienes gobiernan que uno no está de acuerdo con el modelo de ciudad, provincia, o país que proponen. Decirle, por ejemplo, a Cristina Fernández de Kirchner que ésta no es la Argentina con la que uno sueña, independientemente de las cientos de cosas que están bien hechas.
O decirle a José Manuel de la Sota que ésta no es la Córdoba con la que uno sueña, más allá de los avances y aciertos que 12 años de gobierno le han permitido.
Y también decirle a Gabriel Frizza, Luis Grión, Carlos Ciprián, o Gustavo Ripeloni que ésta no es la región con la que soñamos ni las ciudades con las que soñamos.
Seguramente, quienes sueñan un pueblo, una provincia o un país diferente son una ínfima minoría, pero que tienen derecho a que su insatisfacción sea considerada.
Entre las expectativas ciudadanas de este editor está la reducción drástica de la situación de pobreza en la que continúan muchos vecinos, comprovincianos y compatriotas. Sacarlos de esa situación de pobreza no sólo implica dotarlos de infraestructura básica sino de real acceso a derechos básicos: vivienda, trabajo, salud, seguridad, justicia, derechos que a muchos vecinos se les cumple a cuentagotas, a medias tintas, en una proporción ínfima o nula.
A este editor no le conforma que la “pobreza” ya sea mencionada en la Biblia ni mucho menos de que siga alta, muy alta, en cada censo, desde hace décadas.
Más allá de los bonitos discursos sobre la inclusión, los vecinos en situación de pobreza siguen siendo víctimas del clientelismo electoral, suelen ser objeto de compra-venta, rehenes de su necesidad.
En las expectativas ciudadanas de este editor está que el clientelismo desaparezca y que alguien se anime a hacerlo desaparecer dentro de un partido político dominante.
Otra expectativa ciudadana creciente es la necesidad de que los gobiernos sean ultrarespetuosos del ambiente que nos rodea. Que todo lo que se programa tenga en cuenta esa perspectiva, que cundan las reforestaciones, las plantaciones de autóctonas, el cuidado de los cursos de agua, la correcta disposición de los residuos sólidos urbanos, la correcta disposición de otros residuos (peligrosos, tóxicos, informáticos, patógenos).
Ni que hablar de la expectativa ciudadana de que haya Justicia valiente y comprometida, con jueces que se animen a condenar y combatir la corrupción, el delito, el narcotráfico.
Aunque es cierto que ‘algo’ es mejor que ‘nada’, la sensación es que muchos ya están hartos de que ‘poco’ sea la medida y necesitan que alguien vaya por el ‘todo’.
Aunque minoría, quienes sueñan con un país en serio necesitan que alguien enarbole sus banderas que son las banderas de la esperanza misma.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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