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Dos meses después, pocas respuestas a damnificados

Analizan la iniciación de acciones judiciales y siguen esperando gestos de las autoridades locales en el camino hacia la búsqueda de soluciones a los problemas que se les generaron.

Como gesto concreto de ayuda a los damnificados por las inundaciones, el municipio de Jesús María viene ofreciendo ayuda psicológica a través de grupos de ayuda. Es un hecho reciente, pero concreto.
El problema es que muchos damnificados ven eso como una ayuda insuficiente, en función de los problemas que se les genera a quienes han perdido todo.
Hay casos y casos, pero entre los más crudos se encuentra el del comandante principal retirado Francisco González, quien no tuvo reparos en señalar que no se le acercó nadie desde el municipio para ver qué necesitaba.
González fue uno de los que perdió su vivienda en Agua Mansa, el 3 de marzo, y su desazón es que nunca le contestaron las notas que ingresó por mesa de entrada al municipio señalando que el río estaba cada vez más cerca.
“Ni siquiera me dijeron que eso era jurisdicción de la provincia, nada”, narró González. Momentáneamente y por el término de seis meses, recibe una ayuda de 3 mil pesos para paliar el costo del alquiler, pero no sabe qué pasará el mes siete y tampoco sabe si le están gestionando una vivienda nueva. La bronca del militar es indescriptible.
Otro de los casos más complejos es el de Ezio Giachini y de Verónica Braida que perdieron todo en la zona de La Cotita y que, sin embargo, siguen pagando las cuotas del crédito hipotecario que pidieron a través de la operatoria Procrear.
En todo este tiempo, le taladraron la cabeza al ANSES y al Banco Hipotecario para pedirles que los eximan del pago porque el objeto jurídico que los unía ha desaparecido. Es decir, si por el crédito se hipoteca casa y terreno, en este caso no hay nada que hipotecar porque el río se llevó casa y terreno.
Informalmente, les dijeron que el seguro se haría cargo de absorber lo que resta del crédito, pero no hubo hasta ahora ninguna notificación legal sobre el tema.
En 2011, cuando los Giachini empezaban con el sueño de la casa propia, el río estaba a 520 metros de distancia. Las crecientes de 2013 y 2014 fueron notificadas al gobierno de Córdoba y al municipio de Jesús María. Allí, se ofrecieron los servicios del vecindario, máquinas, camiones, y lo que hiciese falta para canalizar el río y evitar que siga avanzando.
“Un río limpio puede crecer, puede inundar, pero no destruir de la forma que destruyó. Esto pasó porque estaba sucio en todo su recorrido. En 2014 suplicábamos por la limpieza del río. De las notas que enviamos no nos contestaron nada y el intendente nos sugiere que nos mudemos”, explicó Braida.
Es que en ese bienio el agua comió 200 metros de ribera y los 300 metros restantes los terminó de comer entre el 15 de febrero y el 3 de marzo de este año. En medio del río había como un islote que la creciente no pudo mover e hizo que el agua enfile hacia el norte, hacia donde estaba la casa de los Giachini. En 15 días desapareció todo, absolutamente todo.
“Después del 15 de febrero me presento, suplico, ruego, no sé cómo decirlo, que nos ayuden, aunque sea a tirar piedras, por lo menos ver la voluntad de que entre todos nos ayudaban a parar el río. La contestación fue muy desagradable porque el señor intendente me dice que no eramos prioridad para él. Esa frase no me la voy a olvidar nunca en mi vida, me quedó grabada en el alma”, añadió Braida.
Otro caso, menos grave pero no por ello menos inquietante fue el de Martín Colombo que tuvo que evacuarse de su vivienda en barrio Las Vertientes y que tuvo que estar en casa ajena durante un mes antes de poder retornar a su casa.
“Cuando llegue el verano y vea nubes, quisiera volver a descansar tranquilo y no estar pendiente de si va a crecer el río y voy a tener que evacuarme. Es lo que más anhelo, aunque sé que quedé en zona inundable”, finalizó Colombo.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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