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Una región estremecida por el horror

Bajó del cielo desde la madrugada del domingo 15 de febrero y se extiende hasta hoy.

Por: Alberto Saint Bonnet (Director de La Prensa del Norte, abuelo de Mariana Di Marco)

Aunque nos cueste creerlo, han pasado 40 días desde que, por razones que todavía no terminamos de entender, sin aviso previo y sin anestesia el cielo se nos cayó encima. Más allá de las irreparables pérdidas en vidas humanas, que cada uno deberá enfrentar con su propio duelo, subsiste una cantidad imposible de cuantificar en lo que hace a pérdidas materiales. Repetimos, pasaron 40 días y podemos observar lo poco que se ha hecho por resolver los gravísimos daños producidos por la intempestiva creciente del río y lo que es peor lo nada hecho o planificado para el futuro.
Al día de hoy, y no sabemos por cuánto tiempo más, los pobladores aledaños al maléfico Guanusacate no pueden pegar un ojo por las noches por el terror que les produce pensar que el monstruo vuelva a avanzar sobre lo que quedó de sus indefensas viviendas. Todo ello agravado por ver (con asombro, o no) la inacción de quienes fueron elegidos por el pueblo para representarlos y no hablamos del discurso y a veces de las palabras que pueden resultar convincentes, pero que en la práctica son sólo ello, (palabras, palabras, anuncios, promesas) pero que sobradamente con el transcurrir de los años comprobamos que son miserables mentiras para lograr votos.
Pero cuidado, a esta altura la gente ya les "picó el boleto". Cada uno que lea estos conceptos sabe claramente a quiénes nos referimos y sabrá inteligentemente sacar sus propias conclusiones. Con respecto a los corruptos que se hacen los distraídos ante el dolor de quienes sufren sin opciones, no crean que el tema se acabará en la suerte que corran en alguna contienda electoral, sino que el ancestralmente sumiso pueblo argentino reconocerá el natural e ineludible derecho de hacer valer su condición de ciudadano y contribuyente, con todo lo que ello significa. No sea que además de quitarle el voto también les quite la posibilidad de caminar por la calle como personas honradas, cosa que de ahora en más deberían demostrar. Volviendo al comienzo de esta nota, pasaron 40 días de la catástrofe, cuánto tiempo más hay que esperar para que se materialicen las acciones excepcionales que se deben tomar como respuesta a una contingencia excepcional? El puente sobre Ruta 9 que nos une con Sinsacate, vía de comunicación de una de las más importantes rutas troncales del país, fue precariamente habilitado al tránsito, sabiendo que la próxima crecida del río lo dejará fuera de servicio. El destruido puente sobre los Dos Ríos, pasados 40 días sigue inhabilitado, y esa inhabilitación significa que miles de personas que diariamente deben movilizarse entre Jesús María y las Sierras Chicas (alumnos, docentes, comerciantes, policías, personal de sanidad y un larguísimo etc.) se ven imposibilitados de realizar sus tareas habituales. Ni hablar de los sufridos pobladores de aguas abajo de localidades como Cabinda, Mula Muerta, Los Quebrachos, Candelaria, Pto. Columbo como así también los habitantes de la población de La Pampa, que además de la incomunicación siguen padeciendo (entre otras muchas cosas) la falta de agua potable. Ni qué decir de los vecinos costeros de la zona urbana de nuestra ciudad, donde los afortunados que no sufrieron pérdidas siguen con la permanente pesadilla de una nueva y no descartable nueva crecida del río.
Como hoy están las cosas nos vamos haciendo a la idea de que todo ya pasó. Pero no nos dejemos engañar, porque lo más probable es que lo peor aún esté por llegar. Por todo ello y por mucho más es imprescindible que los ciudadanos de la zona no dejemos relajar nuestros derechos y defensas, porque en ello va nada más ni nada menos que nuestras vidas y bienes. Para eso están las autoridades quienes naturalmente tienen y ejercen la posibilidad de accionar en nuestro nombre. Para eso están, para eso fueron elegidas, para eso les pagamos.
De no ser así, que se vayan a su casa por ineptos, pero sabiendo de antemano que ello no los liberará de las acciones penales que ineludiblemente se iniciarán en su contra. Nada volverá a ser igual. Cabe destacar, que en estas reflexiones de un abuelo que acaba de perder a su nieta, no se refiere a nadie en particular, cada uno de nuestros lectores, por experiencia propia sabrá entender quiénes son los responsables y a quién o quiénes nos referimos.
Viejo y sabido es que nadie asumirá su responsabilidad, municipio, provincia, nación lo que sí es cierto es que son todos solidarios a la hora del embauque y a todos muy bien los conocemos. ¡A quien le quepa el sayo, que se lo ponga!.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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