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Santiago Lauret, 4 décadas comprometido con la excelencia de nuestro vino

El enólogo fue premiado, luego de más de 40 años dedicadas a mejorar nuestra industria tradicional.

Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)

Recientemente reconocido por el Municipio de Colonia Caroya en la Fiesta Provincial de la Vendimia, el enólogo Santiago Lauret exhibe “una gran satisfacción”. Nacido el 25 de enero de 1952, en el seno de una familia marcada por la industria vitivinícola, este hombre lleva 42 años de vida dedicada al mundo del vino. De las épocas doradas de inicios de los setenta a la debacle del sector en tiempos de neoliberalismo, Lauret recuerda con precisión de historiador cada momento de este rubro que, aclara, no piensa abandonar. 
Aunque cada persona pueda elegir su destino, sin dudas que hay casos en los que la historia familiar tira. Y a veces muy fuerte. Una familia de vitivinicultores y bodegueros no fue un dato marginal en la vida de este enólogo. El bisabuelo de Santiago abrió una bodega en 1901, y su abuelo montó una destilería comprada en Francia para hacer grapa, una innovación para la zona. Ese emprendimiento familiar luego sería adquirido por la pujante cooperativa La Caroyense, el sitio que marcaría la vida de Santiago Lauret. 
Aunque recién comenzaba a transitar la adolescencia, este hoy reconocido especialista parecía tener claro su destino. Con sólo 13 años viajó a Mendoza a estudiar enología. En total fueron siete temporadas de estar lejos de su tierra, que lo esperaría para que volcara sus conocimientos en pos de mejorar la actividad emblema de su pueblo. 
Primero fueron tres años de ciclo básico y luego cuatro de terciario. “Me recibí con 20 años y me vine a trabajar a la bodega familiar. Luego estuve en otra bodega en Cruz del Eje y en 1974 entré como cuarto enólogo de La Caroyense”, recuerda. Recién en 1989 sería nombrado primer enólogo de esta empresa, de la que ya no se iría. 

Época dorada 
Lauret fue testigo de buena parte de la historia de La Caroyense. Según su registro, “hubo un momento de crecimiento muy importante, que parecía no tener techo, hasta 1974, donde venía una cosecha que iba a superar los 20 millones de kilos”. Una granizada de cara a la próxima temporada arruinó la producción, y desde entonces empezó un decaimiento que, con distintos factores que intervinieron, sería constante. A pesar de eso, Lauret intentó una y otra vez realizar diversas innovaciones para la zona. Por ejemplo, en 1978 becado por la Región del Friuli estuvo tres meses perfeccionando sus saberes en Italia desde donde trajo muchas propuestas novedosas. “Choqué con una generación muy cerrada”, dice con lamento.   
Otra etapa que recuerda bien es el inicio de los noventa. “Pudimos empezar algunos cambios, y en 1994 con ayuda de la Provincia trajimos 1.000 plantas del Fruili, para hacer vinos de otra calidad.” El trabajo de ese tiempo, asegura, “hace que hoy haya mejores resultados”. De todas formas, destaca que en esa década de neoliberalismo, “las cooperativas eran mal vistas, y las políticas no ayudaban en nada con los cambios que queríamos hacer”.

Tocar fondo y renacer
Todo ese proceso decantó, varias causas mediante, en la quiebra. “Nos sacaron a todos a la calle”, comparte con dolor. Hace un largo silencio y larga: “Fue tristísimo ver gente extraña que entraba”. Lauret luego trabajó para el juez de la quiebra como colaborador en la realización de inventarios en pos de preservar el patrimonio de la bodega. A diferencia de otros sitios declarados en quiebra y desguazados, La Caroyense pudo conservar buena parte de su mobiliario original, hoy en manos los nuevos dueños, la familia Tay.  
En la actualidad la producción vitivinícola de la zona no pasa su mejor momento. “Creo que hay dos problemas de fondo en los que debemos trabajar mucho, el recambio generacional y el asociativismo para mejorar la economía del productor”, analiza, incansable, en la búsqueda de los mejores resultados para el sector.
Lauret no se ve alejado de su actividad. Rodeado de botellas de vino, libros de enología, y múltiples premios, dice: “Algún día me van a jubilar, pero voy a seguir vinculado a esto. Desde la docencia, llevando mi conocimiento a los chicos de escuelas agrícolas o desde donde sea…”. La historia de la vitivinicultura local, cuando se escriba, deberá dedicarle un amplio capítulo a Santiago Lauret.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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