Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)
Una vez más los herbicidas hormonales, y el 2.4D en particular, entran al centro de la escena en Colonia Caroya. Desde el Departamento de Ambiente señalan que estudios realizados en los últimos dos años “encontraron efectos (negativos) observables” en la vid, que coinciden con el impacto que genera este producto, y otros que se utilizan en cultivos de la zona. Los análisis compararon ensayos de Colonia Caroya con otros realizados en Mendoza. Ahora se enviarán muestras al ERSA (Italia) para estudiar con precisión los principios activos que dañan las vides caroyenses.
Frente a las reiteradas denuncias de productores y técnicos que trabajan en el sector vitivinícola de la zona, el Municipio encaró en los últimos años algunos estudios para afinar acciones que protejan las vides de afectaciones químicas externas. “Buscamos saber si las plantas tenían el producto acumulado o si el daño aparecía desde el ambiente en determinadas épocas”, apunta el titular de Ambiente, Eduardo Angulo.
Para estudiar la problemática, se revisaron 240 estacas obtenidas del crecimiento vegetativo de la temporada 2013-2014, de las vides del productor David Marchetti. Un grupo fue ubicado en cinco estaciones en la zona, “donde se manifestaron síntomas” que coinciden con el daño que genera, entre otros, el 2.4D. Y otra tanda (de 30) fue enviada a Mendoza. Allí no se encontraron los mismos problemas. Por un lado, se descartó que sean las mismas plantas las que ya tuvieran incorporado el producto dañino y por otro se constató que hay un factor ambiental en los campos caroyenses que impacta sobre esta producción regional. Tampoco se hallaron efectos observables en los ensayos bajo cubierta.
Herbicida observado
Hay varias regulaciones que limitan el uso del 2.4D, como la ley provincial 8.820 que restringe la aplicación de este herbicida en varias pedanías de la provincia. Recientemente, la provincia de Santa Fe, mediante la resolución 135 del Ministerio de Producción y con un fin sanitario, estableció que sólo podrá usarse en aplicaciones aéreas a más de 6.000 metros de las poblaciones y en terrestres a más de 1.000 metros. Así se suma Córdoba, Chaco, Santiago y Entre Ríos que ya había legislado en el mismo sentido. En todos lados se contempla la alta volatilidad del producto.
Sobre estas regulaciones, Angulo plantea que “son necesarias”, pero pide profundizar la mirada. “Hay que analizar más el impacto que tiene la deriva, porque se aplica en un lado pero puede impactar en otro”. Sobre este punto, señaló que la reciente propuesta de restringir el uso de dicamba en Colonia Caroya debiera ser encarada “directamente desde una legislación provincial” para dar un enfoque global a los controles.
Cóctel químico
El funcionario sugiere “ver qué pasa en la combinación con otros productos que también se sabe tienen efectos en la zona, como el dicamba o el piclorán”. “Hay un coctel de químicos dando vueltas que ya sabemos que individualmente tienen un efecto negativo en la producción, pero no sabemos cómo están actuando en forma combinada”.
Para despejar esas dudas sobre los efectos químicos de estos herbicidas en la vid, se enviarán muestras para analizar en el ERSA, el ente ambiental con el que se trabaja en el marco de acuerdos con la región del Friuli-Venecia-Julia. “Como ya hay efectos ambientales observables proponemos que estudien qué grado de principios activos puede generar este daño”.
A futuro, para Angulo hay dos opciones. “O se restringe el uso de 2.4D como hace el Chaco durante algunos meses para proteger el algodón, o directamente prohibirlo si es que la curva de degradación del producto se extiende durante todo el año”. Con los resultados que arrojen los análisis del ERSA, desde Ambiente esperan responder más efectiva a una problemática que afecta a una de las producciones que, todavía, marca la identidad caroyense.
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