“Tenga usted a bien comprender que nos es difícil pagar una cuota por algo que no existe, no es nuestra intención no pagar.
Nadie me sabe decir cómo seguir, hemos perdido un sueño, años de buscar, en los últimos años un sacrificio tremendo de privaciones para nuestra casa, en el tramo final cuando estábamos a punto de habitarla nos la arrebatan en un abrir y cerrar de ojos y nos quedamos sólo con deudas. Espero sepa comprender nuestra situación, para cambiar angustia por una nueva esperanza”. Así de cruda, así de triste es la carta que le dirigieron Ezio Giachini y Veronica Braida a Diego Bossio, autoridad máxima del ANSES.
¿Por qué? Sencillamente porque la casa que pensaban habitar junto a sus tres hijos se había construido con un crédito Procrear que se tramita ante ese organismo nacional y que es el que da la factibilidad antes de pasar el expediente a Banco Hipotecario para que se entregue el crédito.
Y todos los días subsiguientes a esa primera creciente el agua fue socavando riberas hasta acercarse peligrosamente a la vivienda a punto de estrenar. Antes de la tormenta del 3 de marzo, el agua había llegado tan cerca que derribó la cochera. Y el 3 ocurrió lo impensado: a las 8 de la mañana, la casa todavía estaba en pie, pero para cuando volvieron a las 11 se había esfumado todo, ya eran parte del río, tanto la vivienda como el terreno. No quedó ni un hierro del 8 ni un ladrillo, ni una muestra de que allí hubo una casa. El río se llevó los materiales e infinidad de sueños.
¿Y ahora?
Lo más triste de todo, en esta circunstancia es sentirse desamparado por el estado en cualquiera de sus versiones: municipal, provincial o nacional. Ninguno de ellos hizo nada ni se acercó a la familia para ver en qué pueden colaborar.
“En 2013 y 2014 avisamos al municipio y a la provincia de que el río se movía raro, pedíamos ayuda, y firmamos una nota todos los vecinos diciendo que nos poníamos al servicio con nuestras máquinas. Ninguno nos contestó. Los avisos que les veníamos haciendo de que el río venía peligroso no fueron escuchados”, detalló Verónica.
“Nadie me escuchó en todos estos años. Hoy, 2015, estoy parada frente a este dolor. Cuando me dicen que van a ayudar, pienso por qué no lo hicieron antes”, cerró Verónica.
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