Oportunamente, se presentó un plan para poder manejar los excedentes hídricos en la cuenca que va desde Juárez Celman hasta Cañada de Río Pinto. Se trató de un trabajo que financiaron los municipios de Jesús María, Sinsacate, y la Sociedad Rural de Jesús María.
Tal como vienen anunciando diversos especialistas, lo que parece haber cambiado en la última década es la frecuencia de eventos meteorológicos extremos. Es decir que la regularidad de una lluvia de 300 milímetros ya no esperará 10 años o más. Por el contrario, es probable que se repita durante dos o tres años seguidos o que alterne cada dos o cinco años.
Y, exactamente eso, es lo que viene ocurriendo en nuestra región y, exactamente eso, es lo que todos asocian con el Cambio Climático. Llegó para quedarse, pero no llegó para que nos quedemos de brazos cruzados sino para que encontremos una salida inteligente como la que se presentó en julio de 2010. ¿En qué consiste? En un plan integral que se desarrolla a partir de un modelo de trabajo, en forma estricta, pero también solidaria. Una de sus partes (las otras serían declarar una zona de reserva natural en la cuenca alta y reforestar lo que hemos perdido por incendios y desmontes ilegales) consiste en la construcción de microembalses o lagunas de retardo en terrenos públicos (pocos) y, especialmente, en terrenos privados.
Para el privado los beneficios son muchos. En primer lugar, porque va a poder cosechar agua en sus superficies productivas y, en segundo término, va a poder frenar la velocidad de escurrimiento que, habitualmente, termina haciéndole perder parte de su cosecha. Pero el sistema es solidario porque si no entiende esta mecánica de intervención hace peligrar la viabilidad de todo el sistema.
Tampoco es que esos 90 microembalses son absolutamente todos los que hay que construir. Podrían ser algunos más o menos, dependiendo de cómo funcionen en los momentos de picos de excesos hídricos.
Lo que es cierto es que están estudiadas cada una de las subcuencas y qué tipo de aporte vienen haciéndole a la cuenca principal.
También es cierto de que, de los 90 microembalses planificados, se construyeron alrededor de 15.
Seguramente, la construcción de todo el sistema no hubiese sido suficiente para afrontar una lluvia extraordinaria y que acaba de marcar un hito histórico (entre 300 y 385 mm en 15 horas), pero lo que sí hubiese generado es una demora en los caudales y en la velocidad del río. Hubiese llegado más lento y hubiese demorado más tiempo en retirarse, pero a su paso no hubiese generado tanta destrucción como generó.
Hay que encontrar los mecanismos para financiar estas obras que se presentan como verdaderas soluciones a un problema muy complejo.
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