
“Yo quiero vivir la vida, con lo que la tierra da / Junto a mis seres queridos, cantar de felicidad / Quiero tener un trabajo que me de para vivir / Educación y salud para los niños del país / Quiero tener un gobierno con ganas de trabajar / Que piense en ti que piense en mí, y que no quiera robar / Para la América toda, diosito quiero rogar que tengan pan / Que tengan paz, que tengan todo lo que merecen”, enumera en una festiva canción el uruguayo Rubén Rada antes de preguntar ¿Será posible?.
En muchos casos, la enumeración de deseos es tan simple que parecen chistes. Desde el ciudadano que pide ir al hospital y encontrar salud, al padre que pide que su hijo vaya a la escuela y encuentre educación, a los jóvenes que piden ir a encontrar su primer trabajo y lo encuentren.
Son no sólo expresiones de deseos sino derechos que están contenidos en nuestras leyes, códigos y constituciones y que muchas veces no se cumplen.
Pero hay, saliendo de la superficie, una serie de expresiones de d
eseos más complejas y que tienen que ver con la concepción de calidad de vida que muchos abrigan.
Este editor quiere aspirantes al gobierno con proyectos serios de respeto por la biodiversidad y el ambiente, que sepan lo que van a hacer con las sustancias contaminantes, con los desechos tóxicos, con la basura electrónica, con los residuos patógenos. Gobiernos que no consientan el asentamiento de emprendimientos que alteren drásticamente los recursos naturales o los degraden o deterioren.
Este editor aspira a que haya gobernantes con proyectos serios para combatir las adicciones al alcohol y a las sustancias psicoadictivas. Con proyectos que ayuden a las familias que se vienen destruyendo por el flagelo de las drogas. Aspira a que haya tratamientos para quienes son adictos y masivas campañas de combate a todo tipo de adicción.
Hay secretas esperanzas de que los aspirantes a gobernar sigan incluyendo proyectos normativos que ayuden a transparentar la administración pública, a que las gestiones dejen de llenarse de amigos y parientes y que se llenen de personas honestas, capaces, y proactivas.
Este editor piensa en lo importante que es respetar el pasado para que haya futuro y por eso quiere que haya proyectos de protección y respeto por el patrimonio cultural, histórico, y arquitectónico de la ciudad.
Y también una decidida intervención del Estado en la resolución de los graves problemas de acceso a la tierra y a la vivienda por parte de millones de coterráneos.
Por último, quiere alternativas de gobierno serias, que abandonen la crítica porque sí, que eliminen las promesas estériles, y que representen una verdadera opción para los que piensan que hay posibilidad de cambio. ¿Será posible?
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