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El Museo Jesuítico abrió la sala ‘El fregadero’

Es parte de la recuperación histórica sobre el rol de los esclavos. Se busca recrear el sitio.

Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)

En ese objetivo permanente de regenerarse, el Museo Jesuítico de Jesús María reinauguró la sala ‘El fregadero’. En la línea de trabajo que vienen realizando respecto al rol de los esclavos en la estancia, se decidió reconvertir este espacio, cerrado desde hace más de tres años, en un lugar que recrea la cotidianeidad en tiempos de la orden. “Buscamos que en vez de exhibir objetos se ponga de relieve lo que ocurría aquí”, explica a este semanario Belén Domínguez, investigadora del museo. 
Hace tiempo que la sala permanecía con su puerta cerrada. La humedad tenía a maltraer una vitrina, y lo que en ese entonces pareció un breve parate terminó por abrir un proceso de trabajo investigativo que culminó con esta reapertura. En la misma dirección que se trabaja con la ruta de los esclavos en las estancias jesuíticas que dominaron la zona en los siglos XVII Y XVIII, se buscó recabar datos acerca del funcionamiento del fregadero, que originalmente se emplazaba en la sala que hoy lo recrea. 
Cuando se accede a la sala, ubicada junto a la también renovada ‘cocina’, puede encontrarse con objetos típicos que irrumpían en ese espacio cuando la estancia estaba en plena actividad encarnada por la compañía de Jesús. Aunque sólo algunos de los utensilios allí ubicados pertenecieron específicamente a este sitio, la mayoría sí son originales de la época. Tanto en la cocina como en el fregadero puede encontrarse piezas de la colección del museo ubicadas en su rol utilitario, como bateas, pailas, un filtro de agua u ollas. 

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“Antes no estaba la mirada que hoy se tiene con el esclavizado”, apunta Nelso Lenarduzzi, responsable del museo. Con este tipo de espacios, y su respectiva guía “se trata de actualizar la mirada sobre el africano, y que vale decir está presente en nuestra sociedad, tal vez con mucho más mestizaje”. “En la zona había más de mil esclavos, y más del cuarenta por ciento de la población de Córdoba era esclava”, agrega Domínguez para dimensionar la importancia de este sector en la demografía de la región. Otro dato: al momento de la expulsión de la orden, en 1767, había 269 esclavos en la estancia. 
Según información documentada, el trabajo en el interior de la estancia sólo era realizado por varones, los esclavos solían estar en grupos familiares, y eran una parte fundamental de la estructura de funcionamiento del lugar. “Además del fregadero, realizaban las tareas de cocina, limpieza general y cumplían el rol de sacristán”, completa la investigadora. 
Con este trabajo el museo da vuelta esa línea que dominó el país durante siglos. “Ser descendiente de esclavizados en el siglo XIX era vergonzante. En los censos de la época no se hablaba de esto”, indica Domínguez.  “No queremos tener una mirada ingenua, de que ser esclavo era algo bueno, por el contrario es contar una parte de la historia que ocurrió aquí y actualizar a ese sector de la sociedad que también es parte nuestra.” Una rica variante más a las visitas que ofrece el museo de Jesús María.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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